Estamos conviviendo con algo inédito en el mundo, ya que el último registro de la humanidad de una pandemia fue hace más de 100 años, por lo tanto la gran mayoría de los seres humanos no están para contarnos. También estamos viviendo una de las enfermedades que en poco tiempo ha matado tantas personas como la guerra. A diferencia de esas épocas, hoy la humanidad tiene más herramientas para poder sobrellevar esta catástrofe, pero aun así es altamente letal. Estas herramientas se basan fundamentalmente en el conocimiento, y es por eso que trataré de focalizar la pandemia en el conocimiento actual. La ciencia ha sido el gran motor del avance económico y de la mejoría de estándares de calidad de la vida de la gente, cualquier ejemplo que se elija, sirve.
Al día de hoy algo más de 91 millones de personas infectadas y casi 2 millones de muertos en el mundo, y con un avance sostenido por “olas” en la mayoría de los países, con aumentos aún mayores que las “olas“ anteriores, lo que conlleva, a situaciones de gran afección a las personas y familias que sufren esta enfermedad, como ser discapacidades, discriminación y muerte. Pero además logra una saturación rápida del sistema sanitario con muchos médicos, enfermeros, kinesiólogos y resto del personal de salud afectado, algunos de ellos gravemente enfermos y muertos. Esto también paraliza la mayoría de las actividades económicas, que aún sin restricciones vieron las caídas de su PBI como ser el caso de Noruega, Estados Unidos, Brasil (y con más muertos).
Hoy lamentablemente a pesar del gran avance de la ciencia, vemos nuestro arsenal terapéutico muy acotado, hasta el día de la fecha los tratamientos con evidencia científica moderada cuentan con dexametasona, oxigenoterapia, pronación y en controversia el plasma de pacientes convalecientes y el suero equino hiperinmune.
También están las medidas preventivas, que hasta el día de la fecha, son las más importantes, aplicadas en todos los países del mundo, como ser el distanciamiento social, la disminución del movimiento humano, el uso correcto del barbijo, el lavado de manos y la higiene periódica de los elementos de uso habitual. Esto sin ninguna duda es lo más efectivo pero requiere esfuerzos extremos por parte de la comunidad con aislamientos masivos, caída de la economía, personal, familiar y comunitaria, pérdida del contacto social etc.
Otro capítulo es la vacunación. Hay más de 10 vacunas en el mundo en fase III con aplicación en muchos países, por resultados interinos muy buenos tales como la Sputnik V, Moderna, Pfizer, Oxford, y otras; a pesar de la existencia de las mismas y del esfuerzo de producción de la industria, según la OMS durante el 2021 no se logrará la inmunidad de rebaño, y acá tenemos que hacer una salvedad: hoy la Argentina (junto a México, Chile y Costa Rica) es uno de los pocos países de Latinoamérica que empezó la vacunación.
En este marco mundial, regional, nacional y de la provincia de Formosa, es que queremos hacer un llamado a la ciudadanía, a que no se automedique con remedios que no tienen evidencia científica, o que están en fase de investigación, y a los médicos que prescriben esto, que busquen en las recomendaciones de las sociedades científicas, en las revisiones médicas, los medicamentos aprobados para los distintos tratamientos. No están aprobados al momento: la ivermectina, el ibuprofeno inhalado (ambos aprobados por ANMAT para OTROS usos), ni el dióxido de cloro (que además de no estar aprobado por el ANMAT para ningún uso en humanos, no ha dado muestras de eficacia pero si de daño).
Hoy más que nunca la sociedad nos interpela y nos pide coherencia en nuestras conductas y sabiduría en nuestras decisiones y que respetemos a rajatabla el mandamiento hipocrático “Primun Non Nocere”: primero no hacer daño.
- Formosa 12 de enero del 2021
- Por Dr. Raúl Ledesma
- Presidente del Distrito Formosa de la Sociedad Argentina de Medicina