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Escibe: César Céspedes Abogado / Según los relatos históricos se afirma que el primer abogado profesional en Grecia fue Pericles.
Pero el enorme desenvolvimiento del derecho romano y la complejidad de sus normas, obligo la intervención de personas que fueron grandes oradores y jurisconsultos y en esa época precisamente Cicerón fue el prototipo de aquellos abogados romanos. El más grande que la historia ha conocido.
Pero después de haber transcurrido siglos de historia, hemos visto que la profesión de abogado es de tal importancia que no solo representa, el más alto exponente de la defensa no solo de los derechos individuales, sino también de las garantías de los que establece la Constitución y precisamente por ellos, en los sistemas políticos totalitarios, mucho abogados son denostados por los tiranos y por los necios.Pero independientemente del origen y participación social de nuestra actividad. La abogacía, mas allá de su encuadre dentro de la profesiones liberales es un estilo de vida, tal es así que muchos que no son abogados creen identificarnos fácilmente con solo ver nuestras actitudes.
Pero este perfil singular de constituir casi como un grupo social de «distinguidos». Ante la grave crisis socioeconómica actual y la instalación de una enorme cantidad de facultades privadas de derecho, con un nivel de enseñanza paupérrima.Hoy lejos de conformar una clase de excelencia, constituimos un simple grupo de proletarios del derecho. Donde esencialmente muchos jóvenes, que emprendieron esta carrera con la ilusión de grandes éxitos en lo personal y profesional, hoy ven frustradas su expectativas por no poder acceder a los mas mínimos, para responder a sus necesidades básicas de realización personal.
El gran negocio de las universidades privadas y la no imposición de contralor y regularización de nuestra actividad acorde a la realidad actual, seguirá configurando el enriquecimiento de unos pocos en perjuicio de muchos jóvenes, ante una aventura con final preanunciado.