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Según la Real Academia Española la economía es la ciencia que estudia los métodos más eficaces para satisfacer las necesidades humanas materiales; mientras que los funcionarios de gobierno deciden y aplican sus políticas económicas que impactan en el día a día de la sociedad.
Cuando el rumbo económico se debate en la mesa de los domingos, en el taxi y con los compañeros de trabajo es señal de que existe preocupación.
Claro, aquí cumplen un rol fundamental los medios de comunicación. Por ello será común escuchar en este escenario a la clase política fustigar a los comunicadores, hablar de futuro, de obras y de inversiones.
Pero más allá de las visiones de los unos y los otros: oficialismo y oposición, siempre se impone la realidad; y no habrá vocero de gobierno disfrazado de periodista, ni medio que pueda imponer en la opinión pública “un mundo de fantasías”.
Los políticos, y los “estrategas” de la comunicación del gobierno local lo saben. En estos tiempos de redes sociales y abundancia de radios, sitios web, Facebook, twiter, TV, diarios y otras formas de informar “imponer la agenda” se complica.
PARA MUESTRA
A tal punto “el bolsillo” del asalariado estatal domina el escenario que, a casi 20 años de la aplicación del impuesto solidario, aún reclaman que lo devuelvan.
Son la madre y el padre de familia los “ministros de Economía” de la casa. A ellos no les preocupa el pago de la deuda de estado provincial, tampoco la situación de los fondos buitres.
Pero saben del precio del harina, el azúcar, la carne, el fideo, el pan y la ropa.
Aplauden los aumentos, aunque no sean los esperados, porque lo necesitan; porque saben que cada fin de mes “hay que golpear al cajero y sale dinero”.
Agradecen al gobierno por los útiles escolares, la sidra y el pan dulce de fin año porque ayuda para ahorrar unos pesos.
Los inundados son agradecidos por las precarias casas de chapa de cartón, porque habían perdido todo.
Todo tiene que ver con el bolsillo. Influye en el estado de ánimo, decide el viaje de un hijo al Sur a buscar “otro porvenir”, cambia un guiso por un asado, un cocido con torta frita por un café con leche y medialunas. Todo depende de la plata.
Cuando “el bolsillo está cargado” hablamos de futuro, proyectamos, soñamos.
En tiempos de bolsillos flacos, analizamos cada gasto, buscamos precio, nos privamos de algunos lujos y dejamos la moto o el auto para agarrar el colectivo o la bicicleta.
LA POLITICA
La campaña electoral para las elecciones del año entrante ya comenzó, por eso escuchará promesas de cambio y le mostraran todo lo que se hizo y le dirán que “queda mucho por hacer”.
Pero siempre, siempre será el bolsillo el que lo regrese a la realidad.
El escenario político económico de los formoseños caminará por senderos sinuosos. Mientras tanto, el hombre común no tiene tiempo para promesas de “nuevos aires” ni de slogan de campaña: la “olla se para todos los días”.