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Escribe: Carlos Alberto Roble
“La patria se forjó en el crisol de próceres y mártires. Así lo aprendimos en la escuela. Luego en el devenir de los años y el recorrido que uno ha tenido en la vida fue confirmando que algunos lo fueron y que a otros no, y que un sector entreguista del país puso un pedestal de barro a falsos héroes.
La construcción de la Argentina tuvo sus devenires y desde la Revolución de Mayo para acá estuvieron quienes accionaron en su propio beneficio y en contra de los intereses más supremos de la Nación. Basta con fijarse cuáles fueron algunas de los apellidos “patricios” que firmaron el acta del 25 de Mayo de 1810 para entender el proceso posterior de luchas internas que desangró al país. Luego se sucedieron golpes de Estado –palaciegos o con los fusiles en la calle- a todo intento de un gobierno para y por el pueblo.
Fue en uno de esos contextos en que el peronismo surgió desde el barro de la sociedad, desde el subsuelo mismo de la patria morena, desde los más excluidos. Perón les dio no solamente reconocimiento sino lo más preciado del ser humano, dignidad.
El pueblo buscaba y en su búsqueda encontró a Perón. Fue un período de ebullición social, de ascenso de aquellos que vivían no de las migajas de los poderosos sino de las mascotas de estos, lo que grafica el estado de degradación a que vastos sectores de la sociedad fueron sometidos. Las palabras mutan a través del tiempo pero muchas mantienen vigente su significado. Lo que antes llamábamos oligarquía hoy son grupos hegemónicos.
El gobierno nacional que tiene en la primera magistratura a Mauricio Macri no puede ser discutido en cuanto su legitimidad porque fue avalado por el voto libre del pueblo. Tampoco quienes representan al campo nacional y popular y su ejercicio de rol de oposición.
No existe lo que algunos pretenden instalar como un dogma: la “oposición responsable”.
Esa es una construcción para designar a quienes dócilmente solamente acatan sin ningún pensamiento propio, desde su concepción del mundo, el deber ser de la Patria. Nuevamente nos encontramos en la encrucijada de siempre: Patria o sometimiento a potencias extranjeras. Se nos pone ante una falsa dicotomía de elegir entre entregar las llaves del país o contribuir a una crisis de gobernabilidad.
No hemos sido los justicialistas quienes hemos desfinanciado al Estado cambiando la matriz socio económica para beneficiar a los sectores agro exportadores; tampoco hicimos una feroz devaluación que es el eje del modelo de transferencia de recursos desde los sectores medios y bajos de la sociedad hacia lo alto de la pirámide de quienes amasaron fortunas en todos los gobiernos. Antes solventaban los golpes de Estado con fusiles, ahora mediante el “mercado” y el relato de los medios hegemónicos que les pertenecen.
El llamado golpe suave que está campeando en estos días en todos los países donde en el mismo período de Néstor Kirchner se accionó por la independencia económica y la soberanía política.
En esa época cuando se le dijo un rotundo “no” al sometimiento del ALCA con una dirigencia continental que está en este momento atacada y con la imagen que pretenden llevar en horario central de los noticieros y tapas de diarios: líderes políticos con esposas, a la manera de grilletes en la época de fusilamientos en basurales. Nunca existe un camino único para resolver contingencias económicas.
Si al kirchnerismo se le atribuye la emisión monetaria como causa para justificar el ajuste actual nada dicen esos medios hegemónicos de la enorme emisión de deuda externa que está preparando el gobierno nacional. En este proceso quienes desde el campo nacional y popular tienen responsabilidades con el pueblo actúan con cautela.
No pondrán palos en la rueda para justificar la auto victimización de los que aquellos que promueven crisis para blanquear sus espurios negociados. Las batallas se ganan con sangre o con tiempo, nosotros elegimos el tiempo, sostenía el general Perón.
Solamente hay que sostenerse en estos momentos difíciles, no decaer en nuestras convicciones porque cuando volvamos retornará la libertad real, no la condicionada que nos pretenden imponer. “y lo que opinen de nosotros… léeme lo labios, a mí me vale madre“.