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Estamos hablando de un 72% de formoseños pobres y un 24% de indigentes, para que se entienda: más de 400.000 formoseños están en esta condición. Pero, más allá del número, tenemos que hacer un ejercicio de reflexión porque detrás de esto se esconde una realidad plagada de dolor; y nada de esto sucedió de la noche a la mañana, sino que es el resultado de políticas de miseria sostenidas en el tiempo.
Por eso, a la hora de pensar esta problemática, yo me pregunto, ¿Qué pesa más a la hora de medir el éxito de una gestión?, si, ¿los resultados electorales o las oportunidades generadas para la sociedad?
EL MODELO DEL 90%
Si al ‘modelo formoseño’ de Gildo Insfrán lo evaluamos por sus victorias en la “contienda” electoral, entonces podríamos decir que fue un éxito con 29 años ininterrumpidos de gobierno.
Pero, si consideramos que a la hora de medir el éxito de un gobernante, lo que importa verdaderamente es lo que hizo para mejorar la vida de la gente, entonces, el escenario es devastador.
Y si miramos con atención, queda claro que tras casi tres décadas de gobierno el resultado fue la imposición y avasallamiento de prácticas clientelares y populistas que cooptó la libertad de los ciudadanos.
TRES DÉCADAS A PRUEBA
En todo este tiempo lograron: hacer de Formosa una de las provincias más pobres; impulsar un éxodo de jóvenes que no quisieron someterse a la voluntad opresora del “modelo formoseño”; condenar a la provincia a ser la que, históricamente, menos exportaciones aporta al producto nacional; retroceder en materia de educación y salud; aplastar la iniciativa privada; estancar el desarrollo; y se podría seguir.
Sin catástrofes, ni guerras ni nada de por medio, Formosa fue arrastrada por la embestida de un populismo que jamás quiso hacer de la nuestra una tierra de oportunidades, y convertirla en un feudo para la acumulación de poder.
Nuestra provincia es rehén del ‘modelo formoseño’, de esta idea del Estado omnipotente donde te dan la mano para subsistir, pero no para poder lograr ascenso en la vida, para así mantener a raya a cualquier disidente.
Naturalizar esto o permanecer en silencio es, cuanto menos, una inmoralidad política que no podemos aceptar.
Tenemos el enorme desafío hoy y de cara a futuro de desterrar este modelo para construir una Formosa mejor; no podemos obtener resultados distintos con los mismos de siempre.
Es tiempo de romper con el autoritarismo, de acabar con la pobreza moral y material a la que nos arrastraron. Formosa merece mucho más. Podemos salir adelante, pero eso depende de nosotros, depende del pueblo y nuestra fuerza para cambiar.
Luis Naidenoff
Vicepresidente del Comité Nacional de la UCR