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Decidido a empujar sin demoras la mayor cantidad posible de cambios estructurales para evitar el fallido gradualismo de Mauricio Macri, Javier Milei decidió avanzar a fondo sobre el delicado terreno del sistema electoral con una ambiciosa reforma. En el extenso apartado de político del proyecto de la ley Ómnibus que salió esta tarde incluyó una profunda modificación del sistema, que incorpora no sólo la eliminación de las PASO y la implementación de la Boleta Única, sino que incluye también el cambio del sistema de votación de lista completa para reemplazarlo por un modelo de circunscripciones uninominales.
“Esto va a cambiar la forma en que votamos hace 100 años”, dijeron esta tarde en Gobierno, con orgullo, aunque sin certezas sobre las posibilidades que pueda llegar a tener el proyecto de ley “ómnibus” en el Congreso, donde La Libertad Avanza (LLA) tiene escasos legisladores propios y acuerdos endebles con el Pro, la UCR, el peronismo no kirchnerista y ciertas fuerzas provinciales.
Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) obligan a los partidos a elegir a sus candidatos a través de internas desde 2009, cuando se promulgó a instancias de Cristina Kirchner la ley de Democratización Política, Transparencia y Equidad Electoral”. Si el proyecto de LLA prospera, serán derogadas por completo.
Milei las considera contraproducentes, desde el punto de vista económico como político. Por un lado, porque implican costosos gastos de campaña, impresión de boletas, movilización del personal abocado a la elección, fiscales, y agentes de seguridad. Pero además -dice- porque pueden complicar la economía en las instancias electivas presidenciales, porque provocan serios tambaleos económicos cuando los oficialismos pierden legitimidad varios meses antes del cambio de mando. El caso emblemático de la historia reciente durante la administración de Mauricio Macri en el segundo semestre de 2019.
La eliminación de la PASO tendría consenso en la mayor parte del arco político, incluso en el kirchnerismo, donde la medida -impulsada por CFK con aval de Néstor Kirchner- está en tela de juicio al menos desde 2015, con la derrota de Daniel Scioli contra Mauricio Macri. El debate se profundizó en 2021, cuando el propio oficialismo k empezó a discutir en voz cada vez más alta mecanismos para darlas de baja. Si bien optaron por no tocar la ley, la discusión derivó en una larga pulseada entre Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa por la cantidad de candidatos que presentarían. Finalmente se impuso el ministro de Economía (y se sumó en segundo plano Juan Grabois, aunque como postulante secundario).
Guillermo Francos
Boleta Única
Francos anunció hace dos semanas que buscaría implementar la boleta única de papel. Poco después de instalarse en su despacho en la planta baja de la Casa de Gobierno, había advertido sobre la decisiónen la Cámara Nacional Electoral junto a sus autoridades y referentes políticos de todos los partidos, excepto el kirchnerismo y la izquierda: “Es increíble que en 40 años de democracia no hayamos sido capaces de cambiar este sistema donde un elector llega a un cuarto oscuro y se encuentra con 500 boletas de partidos”.
Circunscripción uninominal
El sistema de representación por circunscripción uninominal -inspirado en el que rige en los países anglosajones, como Estados Unidos, Australia e Inglaterra-, implicaría reemplazar el sistema de representación proporcional. La iniciativa requeriría aplicar una compleja ingeniería institucional: obligaría subdividir cada distrito en circunscripciones, tantas como cargos electivos le correspondan (por ejemplo, la provincia de Buenos Aires se fraccionaría en 35) y cada partido político podría presentar un candidato en cada una. Al final de la elección, se impondría sólo un candidato por circunscripción. Según se informó, se aplicaríasólo en el caso de la Cámara de Diputados, donde los votos se distribuyen a través del método D’Hondt (en el Senado, donde se usa el sistema de lista incompleta).
La circunscripción uninominal probablemente reabra un debate histórico en el país, donde se aplicó dos veces: en 1902, con Julio A. Roca, y en 1951, con Juan D. Perón. En los claustros de la Ciencia Política, sus detractores alegan que favorece a los grandes partidos, fomenta el bipartidismo y desalienta o pauperiza a la oposición. Y suelen advertir sobre la manipulación de circunscripciones electorales para influir en los resultados, en una maniobra conocida en la literatura politológica con el neologismo inglés “gerrymandering”.
Los defensores, en cambio, alegan que vincula de manera más directa a los candidatos con sus representados, y que facilita a las fuerzas más débiles la posibilidad de acceder a una banca, porque acota la amplitud de los territorios y en consecuencia disminuye la cantidad de fondos necesarios para hacer campaña.
Victoria Villarruel (EFE)
El encargado de desarrollar el proyecto fue Guillermo Francos junto a la directora nacional electoral, Luz Landívar, que aún no fue designada formalmente pero está muy activa en las oficinas de la DINE trabajando en la letra del proyecto.