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Cuando los adultos envejecen, es común que piensen en cómo el paso de los años los afecta. Pero insistir en estos aspectos negativos puede impactar en la salud física, concluyó un estudio de la Universidad Estatal de Oregón (OSU), en Estados Unidos.
El trabajo -publicado en la revista científica Journals of Gerontology- usó datos de encuestas realizadas a 103 personas de entre 52 y 88 años que viven en Oregon.
Los investigadores midieron el estrés y la salud física percibidos por los participantes durante un período de 100 días. Además, les hicieron preguntas para conocer sus ideas sobre su propio envejecimiento.
Por ejemplo, les consultaron si estaban de acuerdo o en desacuerdo con frases como «a medida que envejecés sos menos útil» u «hoy sentí que las dificultades se acumulaban tanto que no podía superarlas».
Los resultados
Los autores hallaron que las personas que reportaron autopercepciones más positivas del envejecimiento estaban más alejadas de los efectos físicos del estrés.
En concreto, hubo días en que los más negativos reportaron casi el triple de síntomas de salud física (como fatiga, alergia o náuseas) que aquellos con una mirada más optimista.
Por eso, según los autores, la autopercepción positiva del paso del tiempo tiene un «efecto protector» contra las consecuencias del estrés en la salud física.
Consultada por Clarín, Gabriela Gallo, directora de la Licenciatura en Gerontología de la Universidad Siglo 21, comenta que ese impacto en la salud física es verificable en la práctica médica.
«Los aspectos negativos del envejecimiento actúan en la salud mental cuando el adulto mayor se siente una carga para los demás y esto socava su autoestima. Por ello son más propensos a la depresión y al aislamiento social», explica la médica geriatra.
Quien también ve en su consultorio el «impacto importante» de pensar en el futuro en forma negativa es la psicóloga Gabriela Martínez Castro, directora de Centro de Estudios Especializado en Trastornos de Ansiedad (CEETA).
“Es cierto que todo el organismo va envejeciendo. El cuerpo genera señales, que pueden ser simplemente un tirón o un dolor. Pero como las personas están muy sensibles, suponen que podría ser un cuadro más importante”, comenta.
Y comparte algunos ejemplos. Quienes sienten dolor precordial (llamado «de pecho») creen que es un infarto. Ante los mareos, piensan que puede ser el inicio de una hipertensión o problemas neurológicos. Si tienen olvidos, suponen que padecen Alzheimer.
El estrés en la tercera edad
«Una mejor autopercepción del envejecimiento es buena para tu salud, independientemente de cuánto estrés tengas, o cuánto estrés percibís que tenés», dijo Dakota Witzel, autora principal del trabajo y candidata doctoral en la Facultad de Salud Pública y Ciencias Humanas de la OSU.
Numerosas investigaciones arrojaron que el estrés diario y crónico está relacionado con varios síntomas de salud física como la presión arterial más alta, las enfermedades cardiovasculares y la pérdida de la función cognitiva.
Según el nuevo estudio, estos efectos están vinculados no solo con el estrés objetivo, sino también con el estrés percibido. Es decir, la valoración subjetiva de las personas de una experiencia como estresante.
Las dos especialistas argentinas consultadas por este diario coinciden en que el estrés es habitual en esta etapa de la vida. Y se manifiesta por diferentes causas, tanto físicas como emocionales.
Según la doctora Gallo, ciertas circunstancias colocan a los adultos mayores en una situación de vulnerabilidad. Por ejemplo, tener que enfrentar una enfermedad, factores económicos, tensiones familiares o la falta de reconocimiento de sus derechos.
Por su parte, Martínez Castro comenta que los adultos mayores se están acercando a la finitud de la vida y hacen balances de lo que les hubiera gustado hacer y qué proyectos hubiesen querido cumplir.
Además, se adelantan a los eventos por suceder. Tienen temor al dolor, a la soledad, al abandono por parte de la familia, a despedirse.
«Hoy en día tenemos una sociedad general en un 80% ansiosa. Con lo cual, es muy probable que todo esto se agudice a medida que pasa el tiempo«, cierra la experta en ansiedad.
Lo que podemos hacer
Reconocer que dar un giro positivo al proceso de envejecimiento tendrá un impacto real en la salud física. Por eso, hay que trabajar a conciencia para ser más optimistas.
Crear imágenes positivas de nosotros mismos en el futuro. Esto ayudará a contrarrestar los «yo» temidos -que a menudo se perpetúan en los estereotipos negativos del envejecimiento- con los «yo» esperados.
Permanecer en el aquí y ahora. No pensar tanto en lo que va a suceder porque el tiempo presente es, en realidad, lo único que tenemos. Ni el pasado, ni el futuro.
Podemos «retornar al presente» a través de los cinco sentidos y anclando siempre en la respiración. Esto ayuda a reducir el estrés.
Tener proyectos y actividades. Que sean pequeños, no tan grandes como cuando uno era joven. Por ejemplo, hacer un curso (de algo que nos guste) ayuda a trabajar la concentración y la memoria.
Fomentar la vida social. Generar diferentes relaciones humanas y disfrutar del tiempo con la pareja y la familia. Descubrir el placer de las cosas cotidianas. Desarrollar hábitos saludables, como la buena alimentación y la práctica de actividad física. (Fuente Clarín)