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Doscientos jóvenes varones y mujeres formoseños han finalizado su período de instrucción y se han incorporado como soldados voluntarios a las filas del Ejército, cuarenta y cinco lo han hecho en el Regimiento de Infantería de Monte 29 “Coronel Warnes” de Formosa y los restantes en unidades militares de Rio Gallegos, Rospenteck y Comandante Luis Piedrabuena en Santa Cruz.
Muchos de ellos podrán aprovechar la oportunidad de conocer desde adentro la vida militar y transformarla en una verdadera vocación de vida.
De ciudadano civil a soldado
Luego de un largo proceso de selección médica, física, psíquica y de aptitudes personales requerido ser soldado y cubrir los perfiles necesarios, los ciudadanos deben superar una exigente formación inicial.
En un proceso gradual en exigencias deben superar un curso de diez semanas denominado “núcleo de instrucción básica”, que los selecciona y capacita en lo básico para ser soldado.
Posteriormente son asignados a las organizaciones internas donde continuarán su formación y serán adiestrados para distintos roles de combate, como pudieran ser el de apuntador de ametralladora, radioperador, apuntador de mortero, roles logísticos, etc.
En el desarrollo del núcleo de instrucción básica incrementan su aptitud física y aprenden materias como tiro en teoría y práctica, combate, orden cerrado –donde aprenden desfile y formas militares-, teoría general –que incluye leyes y regulaciones militares- y los rudimentos básicos de la vida en campaña en el terreno.
Si bien el proceso de exigencias es gradual y tiene un período de adaptación, no todos logran superar la exigencia y aprobarlo.
El ser soldado requiere también de resistencia física y psíquica para sobreponerse a la adversidad y capacidad de adaptación al entorno.
Más tarde la exigencia en el cuartel y de ejercitaciones en el terreno irá endureciendo el carácter de los noveles soldados.
Es normal que muchos jóvenes desistan durante este proceso y su vacante sea ocupada por otro. Sin embargo cabe destacar que casi todos los jóvenes seleccionados han podido superar la exigencia y hoy son soldados.
Es admirable que varones y mujeres formoseños -de apenas dieciocho años en su mayoría- que han ido al sur, se hayan adaptado a la incomodidad, romper lazos físicos con sus afectos, a un clima y entorno adverso desconocido, ganándose el respeto y afecto de todos en los cuarteles.
“Quienes los seleccionamos y enviamos desde aquí, lo hicimos a sabiendas que llevaban el mismo ADN formoseño que nada sabe de rendiciones del soldado Hermindo Luna y sus compañeros” indicó en un comunicado el Ejército.
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