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Temor a la pandemia de coronavirus, ansiedad, preocupaciones económicas y laborales, imposibilidad de conocer gente nueva, inestabilidad de vínculos previos, sobrecarga de tareas de limpieza y cuidado, convivencias sin respiro. El 2020 no parece ser un buen año para el sexo. FUENTE: Clarín
Mejor dicho, no como lo veníamos pensando y practicando. Los acercamientos presenciales disminuyeron obligadamente. Pero también hay un “lado b”. Las consultas a profesionales crecieron, al igual que las conversaciones virtuales, la literatura y las cuentas de Instagram dedicadas al erotismo. El cuerpo a cuerpo cedió lugar a la imagen, la palabra y la autoexploración.
El sentido común no siempre se lleva bien con las experiencias concretas, ni con las estadísticas. Sexólogos, psicólogos, médicos, parejas, solteros, representantes de apps de citas, vendedores de sextoys y comunicadores, esbozan un mapa (con fronteras móviles) de la sexualidad de los argentinos en tiempos de pandemia.
El Covid en la cabeza
“Fue el año que menos relaciones sexuales tuve en mi vida”, cuenta Denisse, de 22 años. Vive con su familia y la única persona “fija” con la que salía volvió para su pueblo antes de que arrancara la cuarentena. “Me vi con alguien y después me quedé maquinando, con miedo por dos o tres semanas”, confiesa.
Empezó a hablar con mucha gente por redes sociales, pero, como le pasó a varias de sus amigas, rara vez la charla terminaba en cita. “Antes por ahí ibas a bailar, tenías a una u otra persona. Pero en cuarentena… ponele que cogí cinco o seis veces, como mucho. ¡Pero como mucho!”, concluye.
Por el consultorio de la psicoanalista (y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina) Any Krieger pasaron todo tipo de pacientes. Por ejemplo, una joven que, a diferencia de Denisse, nunca tuvo miedo al virus y rompió varias veces el aislamiento para encontrarse con chicos. También trató a una mujer más grande, quien vio reactivados viejos duelos con el encierro y no se anima conocer al hombre con quien habla desde hace meses, pese a que ella ya tuvo la enfermedad y él ofreció hacerse el test.
“La verdad, tener sexo con el covid en la cabeza es complejo… te lo dejo como pregunta”, reflexiona Krieger, quien atendió a varias personas que hasta recurrieron a distintas drogas “para tener sexo sin temores”.
No todas las parejas siguen un mismo libreto. La licenciada habla de una “polifonía de situaciones”. Así como hay quienes se separaron, también conoce matrimonios y noviazgos que venían con el deseo “en el freezer” y pudieron descongelarlo. Frente a la incertidumbre y la amenaza del afuera, la intimidad no siempre muere, sino que puede ser un refugio.
¿Luna de miel o luna de hiel?
Como explica la doctora Silvina Valente, esta es la primera vez en la historia que se estudia la sexualidad durante una pandemia: siempre había primado el análisis de la economía, las mentalidades, las representaciones. Ella es médica, sexóloga clínica, especialista en ginecología, presidenta de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana y maneja datos concretos sobre los comportamientos de las y los argentinos durante esta pandemia.
Entre el 1° y el 10 de abril, cuando las calles estaban desérticas, la Academia Internacional de Sexología Médica realizó un relevamiento virtual de 5.200 personas de ambos sexos, principalmente universitarios, provenientes de España y Latinoamérica. Un 70%, de la Argentina. Los resultados arrojaron que, durante ese período, no bajó la actividad sexual, sino la satisfacción. Y que la actividad sexual más extendida fue la masturbación.
Quienes expresaron mayor goce quedaron dentro del 1% que decidió romper el aislamiento, así como los que mantuvieron actividades sexuales virtuales con su pareja. “La pandemia no implica necesariamente falta de sexo, sino la búsqueda de formas alternativas”, detalla Valente.
Otra investigación elaborada por el Hospital de Clínicas -esta vez, entre los meses de junio y julio- sobre 800 mujeres heterosexuales, con parejas de dos años o más, también arrojó que no había bajado la cantidad de relaciones sexuales, pero sí el deseo y la satisfacción. “Si no se crea una actividad diferente, no hay carencia en la pareja”, resume la especialista. ¿Carencia de qué? De tiempo de extrañar al otro, de experimentar la “falta” como fuente de deseo.
“Hay parejas que se separaron, que ya venían mal. Para un universo de personas, la cuarentena conllevó la posibilidad de hacer terapia sexual: plantearse la sexualidad como una problemática real, fundamental para la calidad de vida. Muchos descubrieron que no tenían una buena sexualidad y empezaron a consultar. El sexo mejora la salud, la inmunidad, los triglicéridos, la glucemia y es una forma de ejercicio. Además, repercute muchísimo en el humor, así como en la calidad de la pareja”, concluye.
Francesca Gnecchi, diplomada en Sexualidad y conocida por ser creadora de la cuenta de Instagram @alasparatusexualidad suma una cuestión muy importante: aunque la cantidad de relaciones sexuales es un tópico siempre presente en las conversaciones (fomentado por los medios, la televisión y las publicidades), más allá del contexto, no existe la frecuencia ideal; como tampoco aparece necesariamente una sincronización del deseo dentro de las parejas. “Muchas mujeres suelen autodiagnosticarse falta de deseo y no es así. No hay que presionarse. Lo que sí hay es memoria. Si tenemos sexo y no la pasamos bien, la vez siguiente vamos a tener menos ganas y se crea un círculo vicioso. El deseo no es algo dado, se construye día a día, a través de distintos estímulos, como las fantasías, las películas o la literatura erótica”. Siempre, con comunicación.
La experta marca otro punto: el aumento de las tareas del hogar y el trabajo, propio de la pandemia, quita tiempo y ganas de tener sexo. En esa balanza, salen perdiendo las mujeres. Este no es el único drama que acarrea el encierro. “El aislamiento, puede sofocar a las personas. Algunas sufren ‘neurosis actual’, como consecuencia del aumento de necesidad amorosa y erótica. También se despertaron diversos síntomas de angustia, fobias, temor al afuera, depresión y soledad”, agrega Andrés Racovsky, psicoanalista y expresidente de APA.
Imágenes paganas
La masturbación, antes tabú, cobró estado público en abril, cuando el infectólogo José Barletta la recomendó en el reporte matutino del Ministerio de Salud, como un aspecto central de la salud sexual y el cuidado sanitario.
“Evidentemente se ha reducido la posibilidad de iniciar una relación amorosa. Pero hay un grupo de gente que no se conocía o lo hacía mediante la red, que implementa nuevas herramientas. El encanto del lirismo verbal adquiere un carácter erotizante, junto al poder de la imagen”, puntualiza Racovsky.
De acuerdo con el doctor, la masturbación ya no sirve solo para la autosatisfacción, sino que puede ser una actividad compartida (a través de la computadora y los teléfonos), como forma de sostener y mejorar los vínculos. “Las prácticas como el sexting o el intercambio de palabras no reemplazan el encuentro presencial, pero cobran relevancia otros aspectos: la mirada, la ternura. Mucha gente incluso acude a viejas relaciones, más allá de que no concrete encuentros”, finaliza.
B. D. S. M. Argentina es una organización formada por Paula y Ciro, una pareja que da visibilidad y brinda información sobre un tipo de sexualidad que fue estigmatizada a través del tiempo. La sigla significa Bondage-Disciplina-Dominación-Sumisión-Sadismo-Masoquismo y engloba hábitos alternativos, basados en el consenso y el respeto.
“No sabemos con certeza si fue la pandemia, la explosión de las redes sociales o el interés por explorar, pero es cierto que hubo un aumento en el interés por las prácticas B. D. S. M. y por las ganas de salir de lo convencional”, relata Paula. A lo largo de estos meses, recibió más consultas, sobre todo por Instagram, de usuarios y usuarias que quieren iniciarse en la materia, otros que buscan con quién hacerlo o que solo necesitan charlar abiertamente sobre sus fantasías, sin ser juzgados o rechazados.
Paula, Ciro y otros lanzaron “Sex virtual”, una experiencia erótica y sensual transmitida por todas las plataformas digitales, para conocer, preguntar y cachondearse. “La recepción fue impresionante. El público nos llenó de amor y estaba muy entusiasmado con nuestra propuesta, no sólo por las sesiones explícitas, sino por todo el material informativo que brindamos. Nos gustó mucho bajar un poco a tierra cómo vivimos nosotros nuestra sexualidad, sacando toda esa cosa fantasiosa que suele tener el B. D. S. M. en la literatura y las películas. Nos mostramos como somos, con nuestros cuerpos poco hegemónicos y con el plus de saber que lo que hacíamos no era performático, sino real”.
Un mundo de vibraciones
Como artefacto auxiliar para la masturbación o para ponerle algo de pimienta a las relaciones de a dos o más, la industria de los sextoys creció durante la pandemia. El hecho de que la cartera de Salud hablara de los juguetes sexuales sin tapujos, como ocurrió con la masturbación, ayudó a derribar prejuicios y a animar a las personas a incorporarlos.
Francesca Gnecchi, dueña de la tienda Erotique Pink, lo pone en números: “Tuvimos un aumento del 30% de ventas de productos durante la cuarentena. En el último CyberMonday, la cifra ascendió a un 50%”. Las personas tuvieron la oportunidad y mucho tiempo disponible para aprender y explorar su cuerpo. Muchas parejas que estuvieron separadas durante la cuarentena se compraron dispositivos que pueden controlar a través de apps. “También pasó que cada uno tiene un juguete en su casa y, a través de la pantalla, va mostrando lo que hace y lo que le gusta”.
Salir del agujero interior
“Ya fue, casi no sale de la casa el pibe, lo voy a ver”, escribe una piba en el grupo de amigas. De repente, todas comparten sus propias encrucijadas. “Estamos hablando hace cuatro meses, quiero verlo”, pone otra. Temor y deseo libran una batalla reñida. Diferentes experiencias sugieren que los cuerpos bajaron un poco las barreras y comenzaron a desconocer las recomendaciones sanitarias.
Desde la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana todavía no manejan números actualizados. Pero, en julio, una encuesta de la fundación AHF Argentina indicó que el 43% de los 647 participantes había roto la cuarentena para tener relaciones. Pasaron cinco meses desde entonces. Babasónicos resumió uno de los dilemas del sexo en los tiempos que corren: “Si no te apreciara tanto, te daría un beso que te haría temblar… como yo te aprecio mucho, te lo voy a dar igual”.
Nuevamente, cada caso es un mundo. Algunos son más complejos que otros. Favio, trabajador esencial, lleva diez años junto a Joaquín, empleado de oficina. Aunque no viven juntos, se vieron regularmente durante toda la pandemia. También está de novio con Cristian, desde 2017: con él solo se conecta por WhatsApp, porque es de Mendoza. Relaciones abiertas, fronteras cerradas. Ambos consideran permitirse una escapada con el auto de un conocido. Aún no se animan. Durante un período breve, Favio salió con una chica, Malena, pero el vínculo no sobrevivió la cuarentena. “La remé mucho solo y ya ni ganas…”, admite.
Gente que busca gente
En julio, Opinaia efectuó un sondeo nacional, de forma online, entre 1.800 personas. Los resultados mostraron que el 24% de los consumidores actuales de aplicaciones de citas no las usaba antes de la cuarentena. Desde la consultora aclararon que no saben si estos swipes y matches devinieron en uniones físicas.
Happn está en el país desde febrero de 2015. Desde entonces, cosechó más de 3 millones y medio de usuarios y usuarias. Clarín se comunicó con sus oficinas centrales, para recabar información de primera mano. “La nuestra es una aplicación diferente a las demás: creemos en el romance y también en que este puede lograrse a través de las citas en línea. Happn permite contactarte con personas a las que te cruzaste en la vida real, proporcionando la respuesta a un deseo universal: ¿cómo podemos reencontrarnos con ese hermoso o hermosa desconocida, a quien no nos atrevimos a encarar? Con nuestra app, todo comienza en la vida real”, desarrolla Marine Ravinet, jefa de Tendencias de la empresa.
“El uso de la ubicación geográfica permite a las y los usuarios interactuar con personas en su área. Es una gran oportunidad para cruzarse con gente que conoce los mismos lugares y que ya tiene mucho en común. ¡Eso hace que las citas sean tanto más fáciles!”, continúa. Pero ¿qué sucede en tiempos de pandemia, cuando las salidas conllevan restricciones y cuidados (o, durante la etapa inicial de aislamiento estricto, ni siquiera eran una posibilidad)?
Los datos presentados por Happn confirman la tendencia marcada por Opinaia. No solo notaron un incremento en la cantidad de miembros, sino, sobre todo, una mayor actividad: más crushes e interacciones. Ravinet constata que las conexiones y mensajes ayudaron a capear las restricciones sanitarias.
“Hemos escuchado los comentarios de las y los usuarios, creando algunas funciones de acuerdo con la situación actual: por ejemplo, desde junio, les ofrecemos la posibilidad de tener una cita de videollamada. En Argentina, más de 53.000 usuarios se han comunicado de esta forma con sus crushes. También hemos ampliado el perímetro de geolocalización a 90 kilómetros”, añade.
Una encuesta interna realizada en mayo, entre casi 800 usuarios y usuarios de Argentina, evidenció que las videollamadas fueron un éxito para la firma. Por un lado, porque no demanda tanto esfuerzo en cuanto a la presentación: el 85% respondió que prefería un “estilo natural”, sin arreglarse demasiado. El 50% aseveró preferir las charlas largas durante la primera videollamada y que esta modalidad les permite entender qué hace especial a las personas, mucho más que una foto de perfil. Un 18% mencionó que lo más importante era la sonrisa; otro 18% destacó la mirada.
Otra indagación del mes de mayo, entre un panel de 581 usuarios locales, lanzó que un 57% aprovechó la cuarentena para hacer un balance sobre su vida sentimental y está más motivados para encontrar el amor. También se expresó un deseo de compromiso más fuerte y una transformación en los códigos de la seducción.
El amor después del Covid
La licenciada Any Krieger plantea un interrogante: ¿qué modalidad va a configurar la intimidad en la pospandemia? “Creo que el amor viene mal, por el influjo del capitalismo, que alimenta el individualismo. Pero todavía no se puede saber cómo se verán modificados el deseo y los encuentros después de todo lo que estamos viviendo”.
¿El miedo, el encierro prolongado, la crisis económica y la disminución del contacto humano van a dejar huellas? ¿Las nuevas prácticas llegaron para quedarse? Quizás tanta indagación y conversación -pública y privada- ayuden a desterrar prejuicios y contribuyan al disfrute de una sexualidad más plena. Los escenarios están abiertos. De fondo, suena Virus. «Recordando tu expresión, vuelvo a desear esas noches de calor, llenas de ansiedad.»
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