Todo sucedió en horas. De compartir el domingo al mediodía un almuerzo con sus hijos. A la noche, cena y generala en su casa con su esposa Cinthya y Joaquín, a la tragedia del lunes.
Luis Naidenoff vive momentos de dolor. Del acompañamiento de conocidos, amigos, gente común, mensajes en las redes sociales, del mundo de la política local y nacional. Al vacío que en horas le dará la soledad de su habitación, cuando se encuentren mano a mano sus recuerdos y el intento de resignación.
De todo, a nada. Del inevitable reencuentro con su hija Agostina que -compresiblemente- decidió no venir al sepelio de su madre y su único hermano. Al abrazo infinito con su padre luego de sepultar al hijo; al nieto.
No hay compañía que pueda sustituir la ausencia de su compañera de la vida y del único varón de la familia. Sólo la compañía de Dios logrará apaciguar tanta angustia.
No hay milagro que pueda recuperar la vida, ni volver el tiempo atrás para evitar la tragedia. Todos los que vinieron, ya se fueron……
Cinthya (QEPD) Joaquín (QEPD)