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El Club “Estudiantes” lamentó la reciente pérdida de Luis “Rubio” Barbieri, notable jugador y entrenador de básquet, que participara como ayudante técnico durante la recordada campaña PRONEA 98, en la que el “Rojo” se consagró subcampeón y alcanzó la trascendente clasificación a la Liga Nacional B.
El DT de entonces y actual entrenador de “Estudiantes”, Oscar Scarafia lo recuerda como “un amigo y un maestro”, al destacar que “más que mi asistente, fue mi consejero. Soy un agradecido, porque a su lado aprendí mucho. Si bien era un hombre de pocas palabras, siempre fue muy generoso a la hora de compartir sus conocimientos”.
“En aquel histórico duelo con Hindú, que nos clasificó al hexagonal, donde jugamos con Unión de Santa Fe y Rosario Central, entre otros equipos de Santa Fe, fue fundamental su apoyo, transmitiéndome toda la confianza y experiencia”, afirmó.
El cuerpo técnico que hizo historia para el básquet de Formosa, estaba compuesto de la siguiente manera: Oscar Scarafia (DT), Luis Barbieri (Ayudante técnico), Guillermo Scheidegger (preparador físico), Zunildo Mendoza (utilero), con un inolvidable plantel, en el que se lucieron: Fabián Barraza, Dieog Farco, Jean Kalyn, Javier Benítez, Pablo Calcagno, Santiago Vesco, Gastón Gómez, Javier Bulfoni, David Meza, Fabio Ruiz
Sin embargo, vale recordar que la relación entre Scarafia con “Rubio” se remonta al año 1983 cuando le tocó acompañarlo como preparador físico de la selección provincial que dirigió y jugó el Torneo Bodas de Oro de la Confederación Argentina de Básquet, con un plantel conformado íntegramente por jugadores formoseños, algunos de los cuales fueron verdaderas revelaciones y tentados por clubes importantes del orden nacional. En aquella oportunidad, Formosa estuvo a la altura de las circunstancias, cumpliendo un digno papel.
Fabián Barraza, integrante de aquella memorable formación subcampeona del PRONEA 98 comentó que “con el “Rubio” tuve las mejores vivencias. Conmigo fue un tipo muy correcto y atento, siempre apoyándome y buscando la forma de ayudarme a mejorar en el juego. Recuerdo que cierta vez después de un entrenamiento, me entregó una carta, dándome varios consejos. Todavía la guardo con mucho afecto, como así también el apodo por el cual me llamaba: “¡Lungo vení! ¡Lungo parate acá!”. Me hubiese gustado verlo jugar, me han contado muchas cosas maravillosas de él”.
Otro ex jugador Jean Kalyn, actual manager de “La Unión de Formosa”, manifestó que “tuve la suerte de tenerlo como entrenador cuando integré la selección provincial y de asistente técnico durante las campañas del PRONEA, Ligas C y B. Luego me tocó ser su compañero de trabajo en el Club cuando le tocó dirigir las categorías formativas U 15, U 16 y U 17. Después nos convertimos en amigos y eran infaltables sus visitas, durante el horario en el que funcionaba la Escuelita de Básquet.
A la salida del bar de 25 de Mayo y Moreno, después de juntarse con sus compinches, siempre se daba una vuelta para charlar conmigo de básquet, política y de nuestro amado Boca Juniors. Lamentablemente, esos encuentros se interrumpieron a causa de la maldita enfermedad que se lo llevó. Todo el mundo del básquetbol de Formosa lo va a extrañar y muy especialmente yo”.
Por su parte, el doctor Guillermo Scheidegger también tuvo palabras de elogio para con él, ya que lo consideró “un enorme conocedor del básquet, de carácter fuerte, pero trato respetuoso. Era muy observador y solía sacar sus conclusiones solitariamente en silencio. Aprendí a respetarlo y quererlo. Se fue un grande”.
El secretario de Deportes de la Sociedad “Castañeda”, Hugo Molina evocó la figura del “Rubio”, definiéndolo como “un apasionado del básquet”, al que describió con un sinfín de anécdotas propias y ajenas.
Rescató que “si bien no tuve la suerte de verlo jugar, quienes sí lo hicieron aseguran que fue el mejor jugador que dio Formosa en todos los tiempos. En cambio, si puedo hablar sobre su rol estricto como entrenador, preocupado por actualizar sus técnicas y conocimientos, con una formación autodidacta que provenía de la Escuela Yugoeslava. De allí su nivel de exigencia, con una mentalidad de alta competencia, tan es así que sus jugadores no corrían, volaban”.
EL GRAN DT
El abogado Gerardo Montoya, quien fuera uno de sus dirigidos en el Club “San Martín” resaltó “el nivel de exigencia que tenían los entrenamientos. Por ejemplo, para trabajar las piernas, subíamos y bajábamos la tribuna, picando la pelota con las dos manos. Jamás vi algo así ni siquiera en la NBA”.
También comentó que fue un precursor en el aspecto nutricional, que estaba contemplado dentro de la preparación física, dada la dispar alimentación de los jugadores. Por eso dispuso que fuera obligatorio ´para el plantel compartir una suculenta comida después de entrenar.
AGRADECIDO
Otro ex jugador de San Martín que se siente enormemente agradecido es “Pilín” Silva por el gesto que tuviera Barbieri de atenderlo en sus necesidades, luego de viajar varias horas en tren desde Estanislao del Campo a Formosa, justamente para probarse en la selección provincial. Resaltó el trato paternal y protector, que recibió durante las prácticas, tras las cuales regresó a su pago, con cierto escepticismo.
No pasó mucho tiempo para que Silva recibiera la buena noticia que no sólo jugaría al básquet bajo la dirección técnica del “Rubio”, sino que tenía trabajo y lugar para vivir en la capital formoseña.
Ídolo
El “Rubio” fue uno de los mejores jugadores que dio el basquetbol formoseño, allá por la década del 60, destacándose también como goleador de la selección formoseña en los torneos argentinos. Eso lo llevó a que lo contrate All Boys de Tucumán, adonde todavía lo recuerdan con gran afecto, ya que fue uno de sus máximos anotadores en la historia de ese club.
Despedida
“Sólo nos queda decirte que nos honraste con tu trabajo y tu amistad. Dios permita que descanses en paz y que tu familia encuentre la resignación necesaria para sintiéndose orgulloso de lo que fuiste. Hasta siempre “Rubio”, fueron las palabras finales de la presidente del Club “Estudiantes”, María Alicia Alesi.