Del latín patria, la es la tierra natal o adoptiva que está ligada a una persona por vínculos afectivos, jurídicos y/o históricos. La Patria puede ser el lugar de nacimiento, el pueblo de los ancestros o el lugar en que nos radicamos a partir de un cierto momento de la vida.
En nombre de la Patria puede hablar cualquiera. Los unos con palabras y sentimientos que salen desde el corazón. Otros desde la conveniencia ocasional del mundo político.
En nombre de la patria, muchos políticos se hicieron millonarios, ganaron elecciones, malgastaron fondos públicos u olvidaron la lucha de muchos próceres que dieron la vida para que la celeste y blanca flamee radiante y orgullosa ante el mundo.
Nuestra “patria chica” también tiene sus distinguidas figuras. Por ejemplo, don José Salomón. Aquel socialista de palabra y acción, que murió en medio de la humildad en la óptica de la calle Rivadavia, luego de pasar por la función pública.
Cuan grande y rica es nuestra Argentina que la clase política no logra quebrarla. Desde el regreso de la democracia a esta parte, fueron muchos los que le dejaron heridas difíciles de cicatrizar pero olvidadas en el tiempo: desde el ingreso de zapatillas de contrabando para repartir entre los necesitados en los 90, pasando por atropellos a las comunidades aborígenes, crímenes con causas judiciales que nunca avanzaron (caso Covonne), el eterno dolor de las muertes inocentes de la Comisaría del Menor, la camioneta oficial que transportaba droga, el hallazgo de 700 kilos de cocaína en el oeste del que nunca se supo de quién era; hasta los crímenes de lesa humanidad que soportaron familias formoseñas.
A pesar de todas esos golpes, la patria sigue viva. Resistente a las calamidades de los hombres y mujeres que juran “por la patria”, hoy le da otra oportunidad a los argentinos.
Resignada a saber que siempre habrá más banderas el día de un partido de fútbol, que un día patrio; acostumbrada la permanente invocación en tribunas políticas, la patria no se rinde.
Estoica y fortalecida siempre por un pueblo que la acompaña trabajando “de sol a sol”, se sostiene por los que se ilusionan con las promesas de cambio que nunca llegan y el sueño de ser una Nación dueña de su propio destino, donde trabajar y estudiar tengan como premio un techo digno y un sueldo justo.
Imagino a la madre Patria viendo a sus hijos tirar, contar, blanquear, robar o exhibir sin pudores millones de pesos o dólares y pienso: le alcanzará con la justicia de los hombres saciar tanta bronca?.
Esta Patria, repleta de gente de bien. Solo pretende que sus hijos no vivan “en una piecita del fondo”, que los frutos del matrimonio no vayan a buscar “el futuro” allá lejos donde hace mucho frío y el viento es del sur; ni que tengan a apostar a la militancia política para lograr un puesto laboral.
La Patria es grande y generosa, ni la corrupción puede con ella. Hoy nos pide unidad, ese es nuestro desafío. Siempre hay otra oportunidad y los jóvenes deben tener la prioridad. La Patria no se rinde, carajo!!.
Buen fin de semana
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