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El periodista debe informar con la verdad, siempre con responsabilidad. Como el funcionario, que debe gobernar con idoneidad.
Los periodistas oficialistas, opositores o militantes son deformaciones de la profesión. El periodismo es uno solo: es independiente, no hay medias tintas.
Ningún periodista es más importante que el medio, y ningún funcionario es más importante que el cargo. Por eso, un comunicador sin micrófono o un funcionario sin cargo terminan siendo «olvidados».
La sociedad, la gente, el lector, el oyente, el televidente «es el pueblo» para el periodista que tiene una «elección cada día». Lo mismo que ,para el funcionario es una jornada electoral.
El dial es como una urna. Cuando el periodista pierde credibilidad, no lo leen, no lo escuchan o no lo miran.
El político, cuando no es creíble, no lo votan (a no ser que forme parte de un gabinete ejecutivo).
Por esto se compara al periodismo con el cuarto poder. Y, lógicamente, cuando la verdad sale a la luz muchos funcionarios se molestan.
NO CONFUNDIR
A los periodistas que no pueden ejercer su libertad por exigencias o normas no escritas por las empresas de medios y/o periodistas oficiales que deben «difundir» actos de gobierno.
Feliz día a los colegas