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Dicen que el mundo gira para que nos encontremos. Entrar a Fundaleu no es nada fácil, pero el cuarto de Florencia Vivas es especial. Después de tres años de estudiar Comunicación Social debería saber cuál es una de las reglas esenciales del periodismo: “No entrevistar a un amigo”. Fue inevitable porque necesito que la conozcan tanto a ella como a su historia.
Un día a las corridas, mis amigas dirían “que raro..”, conocí a Florencia Vivas. Formoseña de 22 años cuya vida dio un giro inesperado en tan solo 2 años. Un análisis de sangre con diagnóstico de Leucemia hizo que todo cambie.
¿Cómo era tu vida en Formosa antes de vivir en Buenos Aires?
Normal. Iba al colegio, salía mucho con mis amigas, hacía mucho deporte, especialmente hockey. Era una persona muy activa. Sigo siendo, pero Formosa es una ciudad muy chica y todo te queda cerca, entonces todo el día estaba afuera de mi casa. Siempre estaba con gente. Además era muy buena alumna entonces siempre tenía olimpiadas o torneos e íbamos con el club. No cambió mucho mi vida cuando me vine a Buenos Aires, seguí haciendo muchas cosas, hasta cuando me las impidieron.
¿Cuándo empezó todo?
En el año 2014 volví de vacaciones con una amiga, y como seguía jugando al hockey me pidieron los clásicos controles físicos por si había algún problema. Cuando voy a hacérmelos salta que tenía muy bajos los glóbulos blancos. No tenía idea de que me estaban hablando. El médico me dijo que podía ser desde una infección, como mononucleosis, hasta una leucemia. Me pidieron que deje de hacer todas mis actividades, cosa que era imposible porque hacía de todo. Iba a la facultad a la mañana, cursaba Comunicación, Periodismo a la noche en TEA y jugaba al hockey. Estaba muy cansada. El médico me dijo que creía que era un virus, y que eso me generaba el cansancio. La solución era hacer reposo. No le di pelota y seguí haciendo mis cosas, pero cada vez estaba peor. Un día la llamo a mamá y le comento que presentía algo feo y que por favor viaje para estar conmigo. Se vino desde Formosa y al día siguiente no podía ni caminar ni respirar. Tenía neumonía. Eso hizo que me internaran de urgencia y me comunicaron que no era un virus. Un dolor fuertísimo en la pierna y la neumonía eran índices que marcaban que tenía muy bajas las defensas. Pero un virus no ataca tan fuerte. En ese momento me dijeron que me iban a hacer una punción porque era la única manera de descartar. Al tener los resultados, me comunicaron que tenía Leucemia.
¿Qué es una enfermedad?
Nunca me enferme de chica. Me cambio totalmente. Desde que me dijeron que tenía cáncer fue muy impactante. Una enfermedad es algo que te condiciona. Todas las enfermedades son graves. Aunque le podes encontrar el lado bueno. No festejo tener cáncer pero me ayudó a cambiar un montón de cosas de mi vida. Si, pienso que es una mierda porque no dura siete días como una angina y te olvidas del tema. Es una enfermedad que tiene un proceso muy largo en la que sabes que te podes curar o no, porque es así. Me hizo crecer, madurar. Creo que si no me hubiera pasado esto, hay cosas en mi cabeza que no hubieran cambiado.
Los médicos me dijeron “Tu vida va a cambiar”. Me impidió hacer un montón de cosas, pero al mismo tiempo me abrió la puerta a conocer muchas cosas que si no no hubiese conocido. Por ejemplo, Pilates y teatro. Empecé a leer un montón porque estás todo el tiempo solo, no te dejan tener contacto con la gente. Empezás a conocerte. Ahora me conozco, me quiero así, me acepto como soy y estoy bien. No soy una persona que se queda llorando en su cama sino que busca la alternativa para enfrentarlo. Pero la enfermedad siempre tiene sus cosas malas. La gente no sabe como tomarlo y te bajonea un poco porque tenés que explicarles todo. Muchos se alejan ante el miedo, ante lo desconocido.
¿Ciencia o Religión?
Hoy elijo la religión. Siempre fui católica, pero cuando era chica era más obligado. En mi familia son súper católicos. El día que empecé a elegir la religión fue el día que conocí a William Douglas (Blog). Me dio un rosario, me contó su experiencia y me dijo: “A mí me curó Dios, no la ciencia”. Me cambió totalmente la cabeza. Justo salía de una misa y el padre me había dicho que espere señales. Al rato aparece William, eso fue una señal. Empecé a ir a muchos padres sanadores, y hablar con ellos me hacía muy bien. Me decían: “La fe no se alcanza de un día para el otro”. Creo que tener fe es una entrega total, es que sea lo que Dios quiera. Yo me di cuenta de eso cuando entre en la última internación. No estoy desanimada con los médicos, porque Dios me está dando la oportunidad de estar acá. Hay gente que no se puede ni hacer el tratamiento. A la noche me pongo a rezar y es lo único que me da paz. Para mí los milagros existen, es creer o reventar.
¿Tenés sueños?
Siempre fui muy soñadora, pero ahora cambiaron. Desde que me enfermé cambiaron mis ideas, mi escala de valores, todo. Antes de enfermarme era muy perfeccionista, decía que me iba a recibir de comunicadora a los 25, que me iba a casar, que iba a tener hijos, que iba a trabajar en tal lugar, que me volvía a Formosa. Me enfermé y me cambió totalmente. Ahora me pregunto qué es lo primero que haría al estar sana. Viajar. Conocer los lugares que siempre tuve ganas. Aprendes a valorar el día a día. Formar una familia es otro sueño, por más de que los médicos me digan que no voy a poder tener hijos por todos los tratamientos que hago. No me rindo porque conozco casos que se han quedado embarazadas y se hicieron quimioterapia, trasplante, así que yo tengo fe en eso. Esas son las cosas que siempre le pido a Dios.
Un sueño importante también es poder ayudar con este tema. Dar testimonio e informar un poco más, para concientizar a la gente sobre la enfermedad, y lo importante que es donar sangre. Nosotros que estamos acá recibimos sangre y plaquetas todo el tiempo. No cuesta nada, es un rato. A mí no me costaba pero no lo hacía. Y ahora mis amigas todo el tiempo están como donadoras. Eso es lo que yo necesito para vivir. Es muy importante y se desconoce el tema.
¿Cuál es tu ideal de vida?
Mi ideal es vivir siempre feliz, rodeada de gente que ame, y me ame. Por suerte tengo mucha gente que me quiere, y te das cuenta de todos los que son en estos momentos. Mis amigas se quedaban cuando yo dormía haciendo nada y me miraban por horas. Mi familia tuvo que dejar de trabajar para venir a cuidarme. Ahí te das cuenta de que hay gente que realmente te ama. Uno cultiva lo que siembra. Si la gente es así con vos es porque en algún momento vos hiciste algo.
¿Una anécdota que quieras recordar?
La más graciosa fue una en el boliche. Estaba pelada y en Fundaleu me dijeron “Flor, podes salir”. No tenía ceja ni pestaña. Ese día llovía mucho y yo salí igual. Me pinté las cejas, las pocas pestañas me las arreglé con rímel como pude, y me puse una peluca. Todas las chicas tenían frizz menos yo, con la peluca estaba espléndida. Llegué a la previa y al tener peluca estaba incómoda. Ni se dieron cuenta que la tenía, pero sabía que no era mi pelo, por más de que era muy natural. Yo me veía rara, a cada rato iba al baño y les preguntaba a mis amigas si se notaba. Nos fuimos al boliche y hacía mucho calor. La peluca te hace transpirar como una condenada. En un momento me sacó a bailar un chico y me empezó a dar vueltas. Sentía que la peluca se movía. Me animé y le dije: “Tengo peluca, no me des muchas vueltas porque se me va a volar en cualquier momento” y me dice “¿En serio? Ni se nota”. Por el calor me voy al baño y me saco la peluca. Todas se quedaron mirando, hasta la encargada del baño. Empecé a airear la peluca, y les pedí perdón, no podía más. Agarre papel higiénico y empecé a secarme la pelada. Se empezaron a reír todas y la miraban, porque era muy natural. Me senté en el inodoro a esperar a que se me pase la transpiración y después estuve como una hora para ponerme la peluca. Llegué a mi casa y la revolee. Al día siguiente mamá me dice: “Se ve que tuviste una noche furiosa”. ¡No quería saber más nada! Fue la última vez que use peluca.
¿Por qué creaste el blog Lucesmias? ¿Cómo surgió el nombre?
Me gusta mucho escribir. Escribía cosas muy personales. Mi hermana un día me preguntó por qué no hacía un blog, me dijo que iba a ayudar a mucha gente que pasaba por lo mismo, o a la gente que me rodeaba. Me dijo: “Nosotros aprendemos de vos día a día”, y ahí hice un clic. Quería contar mi experiencia.
Tenía todo listo pero faltaba el nombre. Había un chico que estaba internado acá y que las casualidades de la vida me llevaron a él por un amigo en común. Me contó que había escrito música para la banda de sus amigos y que se llamaba Lucesmías. En vez de leucemia, lucesmías. Me dijo que escuche la música, y me pareció muy linda porque coincidimos con las cosas que decía. Creo que por algo nos tocó estar en este lugar. El decía que no veía la enfermedad, que no le decía leucemia sino mis luces mías, porque lo ayudó a cambiar para bien. Los dos coincidimos con que eran luces que nos marcaban, focos que nos decían que había algo que no estaba bien. Le comenté que tenía ganas de hacer un blog y le dije que me encantaría poner su música, y el nombre lucesmías. Le encantó la idea.
¿Le tenés miedo a algo?
No. Después de todo lo que me paso no le tengo miedo a nada. Soy inmune. Nada me puede destruir. No volví a mi rutina diaria, pero te puedo decir que ir a rendir un examen no me da más miedo. Sé que no me voy a morir, y si me muero va a ser por otra cosa más adelante. Me acuerdo cuando estaba entrando a terapia intensiva, fue muy fuerte, estaba realmente mal. Parecía de película. Los cables por todos lados, los ruidos de las máquinas. Estaba al lado de un chico que no podía mover nada más que los ojos. Le agarró una parálisis total mientras jugaba al rugby. Del otro lado tenía una señora que se estaba muriendo. Estar en terapia intensiva significa que estás mal, y pensaba.. ¿tan mal estoy? No estaba mal, charlaba y le decía al médico que me aburría. Me sentía afortunada, el chico no podía mover el cuerpo y la otra señora estaba en coma.
¿Qué le dirías a las personas que están pasando por lo mismo que vos?
Todavía no puedo decir que me cure y dar un mensaje de aliento porque yo también puteo y pido que se termine todo. Pero creo que la cabeza juega mucho. Hay que tener una actitud positiva y no tener miedo. Creo que si estamos pasando por esto es por algo. Algún sentido tiene. No le tengan miedo, aunque a veces es difícil.
También hay que aferrarse a algo, a lo que sea. Yo me aferro a la religión, y eso me ayudó a seguir adelante. Sé que nada malo me puede pasar peor de lo que me pasó. Pienso que esto es un proceso, que voy a volver a hacer todo lo que hacía antes, porque para mí está en uno. Todo te cuesta un montón porque todo está más delicado, pero con esfuerzo todo se puede.
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Fuente: Camila Oppel / Estudiante de Comunicación Social (ver más, click aquí)