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Recién me acabo de enterar de la muerte de Marcial Mántaras y como el dolor es profundo no pude dejar de escribir y exponer una cuestión no menor en mi vida, que aunque sea particular y privada, y finalmente una opinión más, entiendo que deja entrever una lucha existencial con el estado de la sociedad.
En este sentido la muerte toma un simbolismo especial porque es la muerte también de un grupo de personas que me marcaron para toda la vida. Así, primero se fue (lo fueron mas bien a) Carlos Cubillas, hace unos meses se fue el flaco Mussín y hace pocas horas nomas partió Marcial.
Entonces, en qué me marcaron y el por qué del reconocimiento a los tres? Los tres fueron las personas menos formoseñas que conocí mientras viví en Formosa. Eran personas que no comulgaban con el sentido común imperante y de hecho dos eran de la provincia de Santa Fe. Fueron personas que lejos de formarme para pensar en hacer guita y ser él mas capo o poronga (perdón por la jerga) me formaron para ser alguien que no le de lo mismo lo que pasa a su alrededor, para que abra la cabeza, para que aprenda a mirar, para que no se deje llevar por el status quo que algunos buscan conservar.
Para dar más claro ejemplo de lo que digo, siempre recuerdo que todos los que me conocen saben y les llama la atención que lo mas valoro entre mis pertenencias no es un iphone, una tablet, ni un auto ultimo modelo, que de hecho no los tengo ni valoro como objeto de deseo. No tengo lo ultimo per se. Todo lo contrario, lo más importante es lo que poseo en mi biblioteca. Son mis autores, sus libros, las ideas y sus enseñanzas. Tengo para mí, lo que más ha perdurado en el tiempo y realmente a más personas han vuelto libre y creativas.
Por qué resultan ser lo mas importante? Porque gracias a que no me enseñaron a pensar solo en el poder y la plata más que como posibles herramientas para la vida, me formaron para que valore en especial a las actividades mas cercana a la discusión de las ideas, al reconocimiento del otro, a valorar la diferencia para entender que vivimos en un mundo complejo. A abrir la cabeza, reitero.
Entonces, que se puede hacer sino agradecer eternamente el que no me hayan dejado convencerme por el sentido común imperante. Qué mejor que reconocerles que, aún con sus esfuerzos y flaquezas, me han logrado mostrar lo mas profundo de lo humano, esto que supone extremos insondables y paradojas continuas, sin resolución alguna a la vista y por largo tiempo. Solo quienes han leído a libertarios como Nietzsche o Albert Camus, o hasta a un Michel Onfray, intuyen de lo que estoy hablando.
En este sentido, no soy ni seré un erudito y puede que nunca sea alguien de relevancia para una consulta ni una referencia o cita obligada al pie de pagina de una obra académica, un intelectual al fin de cuentas. Pero se que gracias a ellos tres, y sus ejemplos y conversaciones sobre la complejidad que nos rodea, me quedó impreso en el alma el valor de la reflexión individual y del ejercicio de la crítica, y del insuperable valor de la autonomía y del necesario control y la oportuna desconfianza hacia las autoridades publicas. Hoy, me puedo dar cuenta ciertamente, que hubo en ellos una apropiación de la critica, poco recordada y valorada por cierto, que nos hiciera a todos los argentinos el inmenso Ortega y Gasset.
Finalmente, sólo me queda como lamento el que no supieran ellos que gracias a encontrar hace unos 20 años un libro de Esteban Echeverría, El Dogma Socialista, en la biblioteca de mi querido marcial, hoy no dejo de asombrarme por la estatura intelectual de un adelantado a su época como Juan B. Alberdi, del luminario J. Stuart Mill, de la profundidad del pensamiento ético de Adam Smith, del escéptico David Hume, de un francés que pensaba como ingles, Benjamín Constant, y de otro francés que antes que muchos ingleses reconoció a las nuevas américas, como Alexis Tocqueville, y al último genio repúblicano y constitucional de James Madison, muy actual para las épocas electorales que se nos avecinan.
Pero bueno, todo esto uno podría decir que es parte de mis preferencias personales, de mis últimos 15 años dentro de los 35 que acabo de cumplir, pero no tanto. Lamentablemente, los ejemplos públicos a seguir, el espíritu de rebeldía y el mejor sentido crítico parecieran no haberse arraigado entre muchos que nos rodean. Seguimos viviendo en una suerte de paréntesis medieval en tiempos posmodernos, en una tierra en donde la modernidad todavía no maduró. Formosa, esa tierra que Kant denominaría como incapaz de atreverse a pensar en el progreso individual.
Por todo esto y a pesar de muchos, gracias a ustedes tres por pensar diferente.
Javier A. Cubillas
27.904.056