Hoy es domingo, día del padre y jornada de debut de la selección de fútbol en el mundial de Brasil. Un fin de semana especial en una Formosa con un frio domingo. Todo junto.
Con la expectiva puesta en el equipo celeste y blanco, hay que abrazar fuerte al viejo que nos trajo al mundo. Otros, con el corazón acelerado y emocionadas lágrimas a flor de piel, depositarán una flor al cementerio.
Habrá quienes saluden a la mamá “que también hace de papá”.
Eternamente agradecidos, algunos llenarán de mimos al que lo adoptó como hijo. También habrá saludos para al abuelo o la tía que los crió como un padre.
Nosotros los hombres, saludamos a las mujeres que nos permitieron ser padres, también a los que quieren ser padres (y lo andan buscando!!).
Aquí me detengo y me asocio a la mirada lejana y con labios apretados de aquellas parejas que no pueden procrear. Ellos son padres, seguro, de varios sobrinos que malcrían con amor.
No me olvido de ustedes señores maestros, porque muchas veces reemplazan a los papis. También valoramos a los padres del corazón, a los que hoy no podrán abrazar a sus hijos; a los gigantes padres de discapacitados y los que se fueron por culpa de accidentes de tránsito evitables.
Esa misma pasión que une familias frente a un televisor, la que aumenta las pulsaciones, la que provoca algunas lágrimas que queremos disimular cuando suena el himno nacional.
La que, durante la permanencia de la selección en el torneo, nos hace más argentinos que nunca con la piel de gallina y el exitismo ofrecidas como estandarte.
La que une a bosteros y gallinas. La que nos une. La que “no se mancha”. La que pone a un país en el freezer y nos convierte en monotemáticos y técnicos de fútbol.
Está claro, la celeste y blanca y “el viejo” no se discuten.
LA MISMA?
Este eclipse de nacionalismo puro dura poco, lastimosamente. Luego, volvemos a la normalidad: los problemas normales de los argentinos: llega el resumen de la tarjeta de crédito con las cuotas del TV Led que compramos para el Mundial, la misma bandera que hicimos flamear durante la furia mundialista se tiñe de colores partidarios, la suegra otra vez tiene cara de suegra y nos atrincheramos detrás de la azul y oro o la banda roja.
Así somos. Así seremos.
QUE GANE EL MEJOR
Hoy no es tiempo de análisis, es momento de deseos. Queremos que gane el mejor y si es Argentina enhorabuena; aunque sea con la ayuda del árbitro nipón que ayudo a los brasileros.
Todas las fichas las ponemos para Messi, Di María y el Kun Agüero, de puro triunfalistas que somos nomás. De los defensores poco y nada nos acordamos. Somos futboleros, queremos goles.
Feliz día “mi viejo”, eras un buen tipo.
Fuerza Argentina.
Fuente: diario Formosa Expres / ver
