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Cuando se incentiva a sectores que reclaman derechos, justos y reconocidos, con fines subalternos, se persigue, únicamente, la victimización y la búsqueda de un mártir para continuar con las prédicas oportunistas y carentes de todo sentimiento de humanidad.
La muerte, injustificada y cruel, del maestro Claudio Cortés (y repitamos su nombre para no olvidarlo), tiene culpables y responsables.
Los responsables directos son los que impidieron el paso de la ambulancia. Culpables, sin lugar a dudas, son los que hostigan permanentemente, con sus prédicasvandálicas, a los sectores mascarenciados. Son los mismos que olvidaron la muerte de Heber Falcon y ni siquiera recuerdan su nombre (que también debemos repetirlo para que quede grabado en la memoria colectiva).
Son, los que valiéndose de sus odios y rencores, de su incapacidad política para convencer a un electorado que les es adverso, buscan encender la ira de los sectores postergados por la historia y, haciendo oídos sordos y ojos ciegos a las reivindicaciones logradas, absolutamente legítimas, que no son dádivas, sino derechos adquiridos.
Reivindicaciones postergadas por una historia de abandono que poco a poco se van revirtiendo con logros en educación, vivienda, salud, calidad de vida y participación política, en una comunidad que no los ve como marginales (categoría en la que pretenden encasillarlos sus supuestos defensores) sino como ciudadanos formoseños con derechos, garantías y deberes iguales a la de los demás conciudadanos.
Lo he dicho alguna vez y lo repito, para apreciar una foto hay que verla entera. La historia de los pueblos originarios no comenzó en Colonia la Primavera, con Félix Díaz y un grupo de oportunistas que “de pronto” descubrieron que debían “hacer algo” por “esa gente” olvidada. El olvido fue de ellos. El gobierno de Formosa tiene políticas activas y programadas, para el sector, que forman parte de un todo armónico, con las demás políticas de Estado.
Lo verdaderamente ruin y peligroso es pretender enarbolar el nombre de un maestro que perdió, o le arrebataron, la vida, como bandera identificatoria de los mismos que proclaman que los derechos se deben lograr, a como de lugar, con violencia, si lo consideran pertinente, sin importar las necesidades y urgencias del otro, del prójimo.
Respetemos la memoria de Claudio Cortes.
Fuente: http://formosa.tuformosa.com/