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El 13 de Octubre del año 2012, me encontraba en Buenos Aires por razones laborales, siendo las 01,00 hs. de la madrugada recibo la llamada al celular por parte del padre de la chica amiga de mi hija, a la que le festejaban sus 15 años en el predio del edificio de la Sociedad Rural en el Bº La Pilar, me comunica que mi hija de 14 años de edad se había descompensado sufría desmayo y convulsionaba de a momentos.
Inmediatamente comunico a mi esposa de lo que sucedía, al llegar al lugar encuentra a mi hija con ese cuadro y llaman a la ambulancia de una empresa de emergencias de este medio.
Al llegar los paramédicos y enfermeros diagnostican un cuadro de INGESTA DE ALCOHOL Y PSICOFARMACOS, mientras mi esposa les relataba que la conocía muy bien y que no había bebido nada y que tampoco usaba ningún tipo de drogas o fármacos, al mismo tiempo les preguntaba porque razón a mi nena se le paralizaba la mitad derecha de la cara, y no podía podía mover el brazo derecho y no lograba pararse en sus momentos semi-lúcidos.
Los médicos le contestaban que era producto de lo que había ingerido (alcohol y drogas y que posiblemente no se haya dado cuenta cuando los chicos le pusieron alguna pastilla en el vaso en medio de la fiesta, sin que ella lo advirtiera) y de los vómitos que recientemente le provocaba la convulsión, con ese mismo diagnostico ingresa a la conocida Clínica Vrsalovic que se encuentra en el Bº Don Bosco, a la media hora del suceso y solamente por la insistencia de mi señora es llevada desde allí a un centro para realizar un TAC (Tomografía Computada INSTITUTO CEDIC).
Dado que allí que no cuentan con esos aparatos para realizar diagnósticos por imagen – es decir que no se encuentran preparados para atender algunas emergencias-, esta primera imagen arroja un aparente estado normal de la paciente menor, por lo que vuelve a la Clínica y queda en observación con suero.
Ante la desesperación e insistencia de que se trataba de algo más grave por parte de la mamá, dado la impavidez de los profesionales que minimizaban la situación, estos se ven obligados a media mañana derivarla al HOSPITAL DE ALTA COMPLEJIDAD de esta ciudad. Ingresa al mediodía en dicho nosocomio y a las 14,30 hs se realiza una TOMOGRAFIA y da como resultado que hacía 14,00 hs había sufrido una ACV (accidente cerebro vascular Isquémico).
ES DECIR QUE SE LE OBSTRUYO UNA VENA DEL CEREBRO Y DEJO DE IRRIGAR SANGRE en la zona izquierda, lo que a su vez se produjo por un coagulo de origen traumático que se produjera en la zona de la base de la arteria carótida.
Este ACV le produjo una hemiplejia de la parte derecha del cuerpo.
Inmediatamente se procede a anticoagular la sangre y se la pone en terapia, aparentemente los tratamientos de rigor ante estos cuadros.
Antes de continuar deseo aclarar que ya estando en la ciudad de Escobar, Buenos Aires, en un centro especializado de rehabilitación con mi hija –Instituto Fleni– al que fuimos derivados por el IASEP, tomo conocimiento a través de los profesionales, de que el diagnóstico del ACV es EXCLUSIVAMENTE CLINICO, es decir, que no se necesita aparato alguno para su detección y cualquier profesional –especialmente quien está en emergencias- lo diagnostica inmediatamente (EN CASO DE ESTAR MINIMAMENTE PREPARADOS O DE TENER EL TITULO DE MEDICO CLINICO).
Solamente las imágenes computadas darán más precisión sobre la dimensión y estado de la lesión. De no arrojar resultado la primera imagen se debe proceder a repetir la prueba cada 20 minutos o media hora; lo más triste de nuestra historia es que de haberse diagnosticado rápidamente el ACV se hubiera podido recuperar gran parte del tejido neurológico afectado y hubiera obtenido una rehabilitación inmediata de hasta un 100%; no hubiera corrido riesgo su vida durante tanto tiempo por la incertidumbre y la ignorancia de los paramédico, enfermeros y médicos que nos tocó en suerte.
Esta “chance” que da la enfermedad se prolonga entre 4,30 hs a 5,00 hs. de ocurrido el accidente, luego ya es demasiado tarde y las células recuperables mueren irremediablemente, es por ello que se propone la aprobación de una Ley de Prevención y Tratamiento del ACV por parte de la Sociedad Argentina de Neurología, entre otros temas, para concientizar a la población en general de cómo detectar y actuar ante estas situaciones, como asimismo para que haya unidades de tomógrafos en los centros hospitalarios y salas de emergencias, aptas para la detección precoz del cuadro médico, entre otras medidas de prevención.
Empero, lo peligroso es que no existe conciencia de este mal que silenciosamente aqueja a nuestra población y que afecta entre 250.000 y 300.00 casos en la Argentina y que PRODUCE LA MUERTE DE TRES ARGENTINOS CADA DOS HORAS, y en menor escala pueden padecerlos personas jóvenes y hasta niños.
La juventud de mi hija y la posibilidad de un tratamiento de rehabilitación de alta complejidad le están dando una recuperación paulatina y constante, por supuesto todo con la gran voluntad de Dios al que hemos elevados constantemente nuestras plegarias, agradeciendo a los amigos y muchos hermanos de gran corazón que sin conocernos se han solidarizado pidiendo por la salud de nuestra amada hija.
A las 48 hs. de ocurrido llegan los estudios que dan NEGATIVO TANTO LA INGESTA DE ALCOHOL COMO LA DE PSICOFARMACOS, y de un funcionario comunal que no dejó de denostar a mi hija, dado que en su profunda ignorancia deambulaba aduciendo en distintos salones de eventos que controla, que el padecimiento de mi hija se debía a que había mezclado dos bebidas: Speedy con Champagne; sin embargo el daño mayor ya se había consolidado y estuvimos 14.00 hs en dos emergencia privadas, pero solamente atendidos por el Supremo, EN MANOS DE DIOS.
DR. PABLO CUESTA
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