Conmovedor testimonio de las sobrevivientes de una falsa médica

El juicio que se lleva adelante contra la falsa médica en Tribunales avanza y se conocieron los detalles de las pacientes que sufren las consecuencias de la inyección de un líquido desconocido en sus cuerpos.

“Solo si Dios hace un milagro voy a curarme”, dijo en medio de un llanto conmovedor, Marianela, una de las víctimas de la falsa médica, Mónica Laprovitta Iguri, cuando esta mañana declaró como testigo en el juicio que se está llevando adelante en los Tribunales de la capital.

El fiscal del caso, Pedro Gustavo Schaeffer le preguntó a la mujer por el diagnóstico que le había dicho el médico que la trata actualmente debido a las secuelas de por vida que le dejó la intervención de la falsa médica esteticista, a lo que respondió: “Me dijo que lo que tengo no tiene cura porque es una sustancia que el organismo no reabsorbe…. solo si Dios hace un milagro voy a curarme”.

Esta mañana continuó el juicio oral y público que se le sigue a Laprovitta Iguri, quien en el año 2018 atendió a varias mujeres en un precario consultorio ubicado en calle Julio A. Roca y 25 de Mayo, inyectándoles una sustancia extraña, que ella decía se trataba de ácido hialurónico, y que servía para mejorar la estética de sus pacientes, tanto en la zona de los glúteos como en los pechos, una de las cuales, Manuela Barreto, murió pocos días después de haber sido sometida a este tratamiento.

La falsa médica está acusada de ser la responsable de la muerte de Barreto y de haber provocado graves secuelas en la salud de varias de sus pacientes después de haber sido sometidas al mismo procedimiento: a todas les inyectó un aceite transparente de procedencia desconocida, pero que ella decía se trataba de ácido hialurónico fabricado en nuestro país.

En la prosecución del juicio oral y público que llevan adelante las juezas Laura Viviana Taboada y Lilian Fernández y el juez Arturo Cabral, esta mañana fue el turno de las sobrevivientes de la falsa médica.

Al declarar ante el Tribunal, todas se quebraron en un llanto conmovedor al tener que recordar y reeditar la pesadilla vivida, cuyas graves secuelas persisten aún en la actualidad. “Estoy aprendiendo a vivir con el dolor”, declaró una de ellas, quien confesó que lo que sufrió fue prácticamente una mutilación de su cuerpo.

La testigo relató que recurrió a Laprovitta Iguri a través de una amiga que le contó que aquella hacía tratamientos estéticos con buenos resultados.

“Me entrevisté con ella en la sala del barrio San Francisco y luego fue a lo que sería su consultorio, sobre calle Julio A. Roca. Allí me acostó boca abajo en una camilla y me suministró gran cantidad de anestesia, para luego inyectarme en los glúteos un líquido aceitoso. Yo le pregunté qué era y me dijo ácido hialurónico fabricado en nuestro país que todavía no estaba patentado y que por eso era muy barato”, recordó.

Finalizado el procedimiento y apenas salió de ese lugar, comenzó para la mujer un derrotero de dolor, sufrimiento e impotencia. “El líquido comenzó a recorrerme toda la espalda y no podía dormir del dolor y de la fiebre que padecía. La llamé por teléfono y le dije que me aplicara un líquido diluyente, por lo que regresé al otro día a su consultorio y me volvió a suministrar más anestesia y el supuesto diluyente”, precisó.

Sin embargo la situación no cambió y todas las consultas posteriores, estudios y tratamientos que realizó con otros médicos resultaron infructuosos. La testigo contó que desde hace cinco años vive una eterna pesadilla. “Vivo con dolor todos los días de mi vida, me cuesta respirar cuando estoy acostada, tengo que dormir sentada y todo el tiempo me duele la espalda y ambas piernas, además se sentir una sensación de ardor que me recorre todo el cuerpo. Tengo que tomar analgésicos y antiiflamatorios para paliar en parte tanto dolor, pero eso me está afectando el estómago y otros órganos, así que alterno los días y eso me obliga a tener que aprender a vivir con un dolor extremo”, remarcó.

No me voy a curar nunca”

La extraña sustancia aún permanece en el cuerpo de todas las pacientes de la falsa médica que se sometieron al mismo tratamiento. Los médicos que ellas consultaron fueron categóricos en el diagnóstico: el líquido no puede ser extraído con ninguna maniobra quirúrgica y, para colmo, tampoco es reabsorbido por el organismo.

Cuando desesperadas le preguntaron en aquel momento a Laprovitta Iguri cuál era la salida para aplacar el dolor, la falsa médica le dijo que estaban exagerando y que todas se ponían así después de la anestesia.

Otra de las testigos que hizo el mismo tratamiento, pero en este caso para mejorar sus pechos, contó al Tribunal que las secuelas que le dejó el líquido aplicado por la falsa médica son devastadoras. “No puedo hacer ningún deporte, no puedo correr ni saltar, tengo inflamaciones permanentes y no puedo estar mucho tiempo sentada”, reveló Liliana, quien al igual que las otras víctimas, también lloró durante varios pasajes de su conmovedor testimonio.

Otra víctima, que hoy tiene 31 años, dijo que acudió a Laprovitta Iguri para mejorar la estética de sus glúteos. Como en los casos anteriores el procedimiento fue calcado: con una inyección le suministró un líquido espeso y transparente, que la paciente confesó desconocer de qué se trataba, y pocas horas después la sustancia comenzó a hacer estragos en su cuerpo. “Comencé con un dolor de estómago insoportable pero los médicos no encontraban nada y me decían que la parte abdominal estaba bien. Claro, yo no sabía que era por lo que me habían puesto, después sí sentí que el líquido comenzó a recorrer mi cuerpo y cuando me hicieron los estudios descubrieron de qué se trataba”, manifestó la testigo.

Al igual que las otras pacientes, los dolores sobrevinieron a los pocos días y no pararon hasta hoy. “No puedo hacer fuerza, tampoco ejercicios, tengo problemas de piel y sufro de inflamaciones constantes… no me voy a curar nunca”, sentenció la mujer, quien a medida que relataba lo vivido no paraba de llorar, atribulada y sin consuelo.

Por este tratamiento Laprovitta Iguri cobró entre 6 mil y 7 mil pesos por cada aplicación, según dijeron las damnificadas al declarar en el juicio.

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