Con la ayuda de una intérprete, jueza pudo explicar a una sordomuda víctima de abuso el proceso judicial

La mujer es sordomuda y por su condición no comprendía lo que pasaba en la audiencia. Todo se aclaró después, durante un cuarto intermedio, cuando la presidente del Tribunal se acercó a la víctima y entabló una conversación que duró varios minutos.

Durante el cuarto intermedio de uno de los juicios orales que la Cámara Segunda en lo Criminal está llevando adelante en la ciudad de Clorinda, la presidente del Tribunal, María de los Angeles Nicora Buryaile tuvo una encomiable acción, claramente altruista y de una notable sensibilidad, al bajar del estrado y sentarse junto a la víctima del delito que se estaba investigando, para pedirle que relate su versión de los hechos y el difícil trance que le tocó vivir.

El dato relevante es que la mujer padece una discapacidad auditiva y, por tanto, presenta enormes dificultades para interpretar lo que se dice a su alrededor, poder comunicarse con los demás y lograr hacerse entender.

CONFUSIÓN

Al advertir que pese al trabajo que estaba haciendo la intérprete durante el desarrollo del juicio, la confusión  era evidente en el rostro de la víctima, la doctora Nicora Buryaile aprovechó un cuarto intermedio y fue rápidamente hasta la mujer, se sentó a su lado y, con la ayuda de la profesional en lengua de señas, logró mantener una valiosa y esclarecedora charla durante la cual la jueza no solo enumeró los derechos que tiene la mujer en su carácter de damnificada, sino que la escuchó atentamente al dar su testimonio sobre lo sucedido.

LENGUAJE INCLUSIVO

El gesto de la magistrada tiene un valor por partida triple: llevó a la práctica el tan declamado lenguaje claro e inclusivo que debe usarse en todo proceso judicial, tanto al escuchar a las víctimas como a la hora de explicar una decisión; aplicó lo que se conoce como perspectiva de género por tratarse la víctima de una mujer y, en tercer lugar, la sensibilidad demostrada por la jueza podría traducirse como una iniciativa que convierte a la tarea de impartir justicia en una labor plausiblemente humana.

La acción no pasó desapercibida y fue muy elogiada por los profesionales y las personas que estaban presenciando el juicio, toda vez que no todos los días puede verse a un magistrado o magistrada, aplicando perspectiva de género y derechos humanos durante una audiencia oral, haciéndolo con lenguaje claro e inclusivo, y además dando una respuesta con escucha activa, expresión asertiva y empática a la víctima de un delito penal.

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