Nada de eso ocurrió y pese a que la situación es cuanto menos irregular, la empresa permaneció en el mismo sitio durante todo este tiempo, pese a los reclamos y planteos realizados por las otras firmas que explotan el mismo rubro y que asisten con indignación la injusticia que se está cometiendo, en desmedro de sus recursos e intereses.
“Estar cerca del río le permite a esta empresa hacer el trabajo de recolección sin el menor esfuerzo y con muy poca inversión en infraestructura”, explicó un antiguo empleado de una de las areneras decana de nuestra ciudad, y marcó la desventajosa situación en la que se encuentran: “nosotros en cambio por estar ubicados en un lugar mucho más distante nos vemos obligados a gastar e invertir en caños, motores y otros equipos muy costosos”.
El reclamo apunta a equilibrar la balanza y solucionar este problema de desleal competencia que viene perjudicando al resto, en beneficio de una minoría que goza de la “protección” de quienes deberían administrar para que esta actividad laboral se desarrolle dentro de un ámbito de igualdad de condiciones y, sobre todo, justicia y equidad.
El nuevo administrador de Puertos debería imponerse de esta problemática y aplicar las medidas correctivas que el caso amerita y poniendo las cosas en su lugar.