El mes de julio entró en su tramo final y durante las tres semanas que pasaron solamente aportó dos casos positivos de coronavirus en Formosa, uno de los cuales ni siquiera se quedó en tierra formoseña, ya que optó por volverse a Chaco. En el mismo tiempo, hubo 49 enfermos que se recuperaron totalmente del covid-19 y volvieron a sus casas.
Tras el susto de junio, donde no solo apareció el primer caso y la lluvia de contagios en uno de los centros de alojamiento del Gobierno, el mes de julio fue mucho más tranquilo, epidemiológicamente hablando. Si bien buena parte de estas últimas semanas el ingreso de personas con intenciones de quedarse en la provincia fue totalmente suspendido como medida sanitaria, y eso aportó a la realidad de los números actuales.
La relativa calma que se vive “puertas adentro” de la provincia se vio sobresaltada en varias ocasiones por el constante ingreso clandestino de aborígenes wichí por el sur, desde la zona de El Sauzalito, Chaco, y vienen a Formosa porque quieren visitar a parientes suyos que viven en colonias cercanas a Laguna Yema y Los Chiriguanos; y por el norte, desde Asunción, Paraguay, hacia Clorinda, motivados en que son beneficiarios irregulares de planes sociales en nuestro país, aún viviendo en tierra guaraní.
Otra de las “amenazas” al estatus sanitario es la falta de conciencia de muchos formoseños que se resisten a usar barbijos, a mantener el distanciamiento social, a evitar aglomeración de personas, que incluso han llegado a haber casos de fiestas clandestinas que pretenden burlar el control sanitario policial y de los propios vecinos.
Y una “amenaza” latente permanente y sorpresiva que implican aquellos camioneros que vienen de zonas con circulación viral comunitaria, y pese a conocer las medidas restrictivas en lo sanitario que rigen en Formosa, igual quebrantan la hoja de ruta que informan a las autoridades, siendo detectados muchas veces en lugares en los que no deberían estar.
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