Es costumbre frecuente que el gildismo «se meta» o interfiera abierta o sutilmente en cuanta elección hubiera en Formosa. Desde una comisión de barrio, pasando por organizaciones de profesionales o deportiva.
Por eso, no extrañaría que en estas elecciones PASO 2019, cuando el radicalismo defina en las urnas su candidato a diputado nacional, que el partido gobernante «siga de cerca» los movimientos proselitistas e inclusive «colabore» con algunos votos a los efectos de influir en el resultados e inclinar la balanza a favor del «candidato» que más le favorezca en las elecciones de octubre y mirando el 10 de diciembre ante un eventual gobierno macrista o K.
BURYAILE O HERNÁNDEZ?
El mandamás provincial sabe que con Martín Hernández no podrá -a presente o a futuro- tener ningún diálogo político. Solo pueden acceder juntos a una foto de ocasión o institucional «en algún acto». No más que eso.
Sin embargo, con el ex ministro de Agroindustria, puede existir más diálogo político, además del institucional. Entonces, apoyará a Buryaile?. No necesariamente. Aunque alejado de la función pública, el dirigente rural tiene más «cercanía» con el voto peronista. En tanto que el diputado nacional Hernández está respaldado por el «voto duro» de la UCR.
Y porqué le interesaría «meterse» en la interna de la oposición a Gildo?. Básico, el peronismo de Formosa pretende que las tres bancas que se renuevan este año (Basterra-Lotto de Vechietti-Martín Hernández) queden en manos del PJ. Por eso el tercer candidato es Agustín Samaniego (presidente del bloque oficial en la Cámara de Diputados local).
Es una jugada «a todo o nada», al estilo Insfrán. Y en virtud que solo los «correligionarios» dirimen en internas su candidato no se descarta que el gobernador ordene «ayudar» a uno de ellos.
Tampoco se descarta una «colaboración» con un tercero: José Treus (Consenso Federal), que en caso que llegue al 1.5% de los votos y su boleta aparezca en el cuarto oscuro el 27 de octubre y «absorba» el voto descontento del kirchenirismo sin engrosar el caudal radical.
Sabrán en lo más alto del poder provincial, encuestas en mano, cuál es el mejor candidato para enfrentar en las urnas y cuál es el más amigable para «tenerlo» de amigo en el Congreso. 
Son referencias diferentes y se modifica de acuerdo a quién se siente o siga ocupando el sillón de Rivadavia en la Casa Rosada. Macri o Alberto Fernández.