Fuerza Luis, no te rindas…

Por: Alberto Chiarello

«Vengo del cementerio.Inhumano, un dolor imposible, en el medio de todos, Luis, desconcertado, conteniendo el llanto todo lo que pudo. Le dan los claveles, levanta la vista como puede y reparte algunos, son para arrojar sobre el féretro de Cinthya, su compañera de toda la vida.

Se queda unos minutos en silencio con el clavel en la mano, y el tiempo se suspende en ese cementerio repleto de impotencia, de dolor. Llegan los abuelos, Don Luis, canoso, lo ayudan a caminar, se sienta para ver la escena más triste de su vida, de a ratos el senador busca un hombro y se descarga, llora, reza, vuelve a la capilla.

Llegan los compañeros del Colegio Alas, Luis los ayuda con una de las manijas, vienen vestidos con el uniforme, con el cajón de Joaquín, que estaba tan lleno de vida. Imposible describir el desconsuelo en esos rostros juveniles, dos chicas se descomponen.

El cortejo pasa por la rotonda de la Vírgen, rumbo al cementerio. Foto: Elio Albarenga

Luis pasa al lado mío y alcanzo a abrazarlo y a decirle fuerza. Bajan el segundo féretro, Luis se quiebra, ya nada será igual. Todos lloramos, nadie es inmune a esta escena desgarradora.

Ahí está Luis con otro clavel. Huele el aire, mira lejos…alarga el momento. Es el adiós más difícil. Neruda decía: «es tan corto el amor y es tan largo el olvido».

Este comentario es sin fotos. Hoy no están permitidas. Hay abrazos profundos; silencios inmensos.

Fuerza Luis, no te rindas. En Formosa no se rinde nadie.

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