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Pocos hay en el mundo que conocen Islandia: una roca venenosa del mismísimo fin del mundo emergiendo constantemente en el medio del mar Ártico, formándose entre estruendos y sacudidas sin igual con borbotones de entraña terrestre fundida, estornudando sin parar hirvientes nieblas tóxicas y gases sumamente mortíferos licuados con agua glacial intomable. En el país residen alrededor de 360 mil habitantes, menos que la provincia de Formosa.
Lugares donde la temperatura es de -50° repentinamente cambian para dar paso a inundaciones de piedra fundida.
Poderosos temblores y apocalípticos estruendos anuncian, como venidos del infierno, la aparición de insanos chorros gigantes de agua en ebullición o, simplemente, un colosal y catastrófico manantial de lava a alta presión que deja fuera de toda lógica cualquier pensamiento humano.
¡Islandia es sólo para poetas, dioses y los Son!. Lugares donde al amanecer hubo una llanura helada al atardecer hay una montaña de fuego. Así es Islandia. Así son sus cataclismos. Así son sus guerreros. Así son sus futbolistas. Realmente son Son, no se hacen, no pierden tiempo porque no lo tienen.
De este inverosímil lugar son los ahora llamados Son: los reales pechos fríos, gélidos y glaciales; los de verdad, los que congelan a cualquier enemigo que los enfrente; con venas por las que circula sangre caliente… muy caliente mezclada con ceniza volcánica y sal marina. He aquí al temible y ejemplar Iceland Soccer Team, por llamarlo de alguna forma deportiva e identificarlo mejor.
Porque la tribu de los Son se mueve, aparentemente, en otra dimensión; con otra visión. Su horizonte no es como el del resto de los mortales.
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No juegan al fútbol, no les interesa el deporte tal como lo conocemos el resto de los mortales. ¡No señor! Para ellos es una guerra como la de sus antepasados, Leif Eriksson, sus vikingos y otras tribus, que cruzaban el mar Ártico nadando o saltando entre témpanos, cazando ballenas y atunes a cascotazos y lanzazos y tomando cerveza con hielo del polo Norte en vasijas hechas con el cráneo de sus derrotados.
VIDEO: TRAILER «VIKINGOS»
https://youtu.be/5aASH8HMJbo
Desde Noruega hasta Terranova, ellos fueron los reyes, amos y señores. Así es su entrenamiento deportivo. Los Son entrenan para lo que fuere: hoy son futbolistas pero también son basquetbolistas, voleybolistas o atletas de otras disciplinas. Son Son de verdad, no se hacen. Y eso se vio ayer. Omnipresentes y omnipotentes como sus dioses e inmisercordes como sus antepasados jugando con la paradoja de la tierra donde nacieron: a hielo y fuego.
Futbolísticamente son extraños: todos son defensores, todos son delanteros, todos son mediocampistas, todos son titulares y suplentes y, por si fuera poco, todos son hinchas y jugadores. Todo eso al mismo tiempo. Corren como si les molestara estar en el mismo lugar más de un segundo, moviéndose orgánicamente con la eficacia de un cardumen de bacalaos en un juego en el que la pelota es lo único que ven y el enemigo parece no existir para ellos.
¿Qué pueden hacer una multimillonaria figurita modelo Pulga, una virgen Di María o un flacucho y jovato Masche frente a, digámoslo ya de una vez, estos semidioses ogros a quienes, aparentemente, nada les importa más que jugar y llevar adelante estas batallas en honor a su historia en el irrelevante Mundial de Fútbol Rusia 2018.
ASÍ ES UNA CANCHA DE FÚTBOL EN ISLANDIA
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