No RECES por mi, LEGISLÁ

Por: Enzo Casadei

Esta semana, la Cámara de Diputados de la Nación va a determinar si el proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo tiene media sanción y sigue su trámite parlamentario en la Cámara de Senadores. Tras años de lucha y trabas legislativas, miles de mujeres y hombres han contribuido para que se llegara a debatir este proyecto en el recinto.

Independientemente del resultado final, el debate per se es un avance significativo en el proceso político-histórico de ampliación de derechos y conquistas sociales que venimos forjando como joven democracia desde 1983.

Creo profundamente en los procesos políticos, que no llevan el tiempo de los hombres y por ello es imposible ponerles nombres propios. La patria potestad y el divorcio vincular, el matrimonio igualitario, la identidad de género, entre tantos otros logros, son fruto de un proceso colectivo de luchas sociales, y por supuesto, de la política desde la imprescindible voluntad de legislar.

Legislar es la responsabilidad de nuestros representantes en el Congreso. La representación no es sólo un paso administrativo, sino más bien, otro proceso interno de empatía, sensibilidad y madurez política.

Celebro el debate en Democracia, lo que implica el irrestricto respeto a la diversidad de opiniones, a decir y pensar lo que nos parece sobre un tema. A veces con más o menos argumentos, algunas veces sosteniendo posiciones simplemente por desconocer o por creer en dogmas o ideologías, como única justificación. Los mal nombrados “Ciudadanos de a pie”, podemos si se me permite, tener esa irresponsabilidad, esa libertad bien entendida.

El Poder Legislativo es uno de los tres poderes que rigen y organizan la vida en nuestro Estado, que lejos de ser confesional, es un Estado Laico. ¿Esto qué quiere decir?: “En un sentido estricto la condición de Estado laico supone la nula injerencia de cualquier organización o confesión religiosa en el gobierno del mismo, ya sea, en el poder legislativo, el ejecutivo o el judicial”.

El debate sobre el proyecto mencionado inicialmente, contiene innumerables opiniones que se agrupan, algunas más que justificadas que otras, en la inevitable polarización que atravesamos como cultura política los Argentinos. Convivimos en un país donde es más importante tener razón que encontrar consensos para vivir mejor.

Que aborto si, que aborto no. Al estar éste en nuestro país prohibido y penado actualmente es un fenómeno social íntimamente relacionado a la clandestinidad de la práctica. Ocurre mientras nosotros hacemos nuestras vidas, mientras llevas a tus hijos al colegio, mientras estudias en la facultad, mientras comes o dormís.

Como hombre, parece algo lejano, un sufrimiento difícil de interpretar si no se desarrolla lo que antes mencionaba como empatía, si no podemos ver más allá de nuestras narices ni sentir lo que otros sufren y que muchas mujeres, principalmente las que viven en situaciones de vulnerabilidad, pagan hasta con su vida.

La ciencia es clara, las posiciones también. Pero el eje del debate no es aborto si o aborto no, es si como Estado Argentino queremos que siga siendo un negocio tenebroso bendecido en la clandestinidad por el cáliz del fracaso evidente del Estado punitivo; o si queremos un Estado presente que desde la despenalización pueda permitirlo y asegurar una práctica dentro de los parámetros sanitarios convencionales, pero que también pueda articular de manera más eficiente las políticas de prevención.

No es mi intención en este artículo, convencer a nadie de mi postura personal. Pienso firmemente que todos los ciudadanos pueden expresar su manera de ver el mundo y a través de ella tomar posición.

Pero nuestros legisladores tienen otra responsabilidad, la fundada por la fe cívica, que es la única que debe prevalecer en el ámbito de lo público, lejos de los dogmas que pueden influir pero nunca determinar el destino de una Nación.

Tienen la responsabilidad de ser los intérpretes de una demanda social histórica, de hacerse cargo desde la política de lo que los tiempos mandan, de aportar su voto al proceso de consolidación democrática que venimos construyendo todos juntos, con aciertos y errores, para el bienestar de los que vendrán después de nosotros.

 

Enzo Casadei – Periodista

Militante UCR

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