Mimi Sosa es una orgullosa embajadora del voley formoseño. Vistió la celeste y blanca con Las Panteras y llegó a los Juegos Olímpicos, pero nunca perdió la humildas ni renegó de sus orígenes donde el sacrificio fue una bandera allá, en el interior profundo de nuestra Formosa. Mimi actualmente juega en Brasil, en Pinheros.
“Cuando tenía 8 años me mudé a Lote 1. Como las únicas escuelas que teníamos cerca eran la de Lote 1 y Tres Palmas (comunidad donde es director y maestro de grado mi papá) mi mamá me inscribió en su escuela”, cuenta Mimí en su blog. “Ahí empecé a aprender de una manera diferente, rara porque la que estaba en frente de la clase era mi mamá, pero divertida porque era algo nuevo. Así pasaron tres años hermosos de mi vida”, añade. Sus hermanos también se mudaron a Lote 1, donde todos compartieron la misma escuela y a su madre como maestra.
En sus publicaciones, Mimí destaca la humildad y el respeto como dos valores que aprendió de la comunidad wichí. «Aprendí valores de su comunidad y de su cultura. Además tengo ascendencia indígena, ya que mis abuelos eran de la comunidad quechua», contó la deportista al sitio rio2016.com.
La huella que dejó su pasado en ella es tan fuerte, que hasta la dejó plasmada en un tatuaje que lleva en uno de sus brazos. Allí reza en wichí: “Mis raíces, mi historia”.
INVERTIR EN FORMOSA
Tanto ama su tierra que decidió realizar una inversión en Herradura, donde inició la primera etapa de las Cabañas «La Madrina», «Mi lugar favorito». Emprendimiento que lleva adelante con su familia. «La Madrina» tiene «por ahora» un par de cabañas, piscinas y servicios en un lugar donde el verde se impone. Mimí, no tiene dobleces, es una formoseña de ley.