Brenda, la primera mujer indígena árbitro de la Unión de Rugby Argentina: inclusión a base de esfuerzo

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Brenda Camacho, una joven qom de 18 años, es la primera indígena seleccionada para arbitrar encuentros de la Unión Argentina de Rugby (UAR), lo que para esta formoseña que comparte la pasión por la pelota ovalada con toda su familia, con la que vive en el barrio Namqom de la capital provincial, es «un orgullo lleno de responsabilidades». «Ella es la primera y única mujer originaria árbitro», dijo hoy a Télam Cristian Sánchez Ruiz, Director Nacional de Referato de la UAR durante un encuentro en el barrio qom de Formosa.

Brenda finaliza este año la escuela secundaria, pero se hizo tiempo para viajar y dirigir varios seven en Paraguay, Entre Ríos y Santa Fe, a donde se traslada junto a su familia, que ella define como «apasionada por la ovalada».

Su padre es director técnico de este deporte, su madre juega rugby femenino, su hermana es soldado voluntaria del Ejército e integra el plantel de Las Panteras del club porteño DAOM del Bajo Flores y su hermano Mauro es medio scrum de la primera división del club local de rugby Qompí.

«En la familia respiramos rugby y con mis compañeras hablamos en nuestro dialecto. Es una cosa común», agrega la referí, que valora las costumbres de su comunidad, donde conviven viviendas construidas por el Estado y una escuela de educación bilingüe ubicada sobre la ruta nacional 11, en las afueras de la capital formoseña.


Por su parte, Sánchez Ruiz, destacó «las ganas de aprender y la humildad» de Camacho que «sabe escuchar», además de las condiciones físicas y de observación de técnicas en el juego de la joven que creció en un barrio donde no hay clubes de fútbol organizados, pero conviven dos equipos de rugby.

El dirigente deportivo contó que son seis las mujeres que integran el panel de referís de la UAR, aunque «son más las que se desempeñan a nivel provincial».

Cuando cae la tarde, la ex cancha de fútbol convertida en campo de deportes por el club Qompí comienza a recibir a adolescentes y veteranos para hacer una tocata o entrenar, todo en medio de casas precarias donde es fácil distinguir cual es el deporte más popular.

Firme en sus convicciones, la árbitra de la UAR dice que no le molesta que le digan qom: «Nunca me sentí discriminada, ni me importa. Estoy convencida que se pueden cumplir sueños y objetivos con sacrificio y mucho esfuerzo».

Brenda jugada como medio scrum cuando tenía 15 años, pero tras decidir ser árbitra quedó desarticulado del equipo. «Eso me puso feliz por mi lado de la pasión, pero me desorientado como técnico», dijo Hilario, el padre DT de la joven que también fue jugador y entrenador de Aborigen Rugby Club y hoy preside esa institución «que no tiene sponsors, ni sede social». «Solo tenemos una cancha prestada y dos haches», compartió mientras organizaba una venta de pollos para solventar los gastos de la entidad.

El padre de Brenda evoca cuando años atrás a los indígenas no les permitían jugar al rubgby. «‘Con estos indios de mierda no se puede jugar’, nos deícan; no éramos aceptados. Esto fue un desafío y hoy logramos la inclusión en base a nuestro trabajo. A nuestros jugadores les exijo que estudien, trabajen y se hagan los controles de salud», asegura Hilario, que vive a dos cuadras del lugar de entrenamiento.

A fines de febrero, las árbitros de la UAR están citadas a la concentración previa al Torneo Nacional Femenino de Rugby a desarrollarse en Córdoba.

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