Autocrítica peronista. ¿Por qué perdimos las elecciones?

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Extraído del portal de Víctor Ramos (ver)

Víctor Ramos

Luego del triunfo de Mauricio Macri sobre Daniel Scioli, resulta oportuno analizar cuanto nos equivocamos desde el justicialismo y en ese caso, en qué nos equivocamos. En el Frente para la Victoria no he escuchado una sola voz que explique lo sucedido. En estas líneas aporto algunos conceptos para el debate necesario. Resultaría pretencioso que una sola voz asuma una autocrítica en nombre del conjunto, no es el caso, espero que todos sumemos observaciones al análisis pendiente.

No comparto el criterio de algunos compañeros que prefieren silenciar las críticas internas, por temor a debilitarnos. Quienes padecen una enfermedad y se niegan a diagnosticarla, pueden encontrarse rápidamente con la muerte. Obstinarse y persistir en los errores cometidos sería anunciar la próxima derrota.

Quienes militamos en el peronismo, los movimientos sociales y obreros nos cuesta resignar la representatividad de las «grandes mayorías» como nos gusta decir. Aunque por pocos votos… nos ganó el macrismo.

En el PRO como en el peronismo confluyen corrientes políticas diversas, aunque la matriz es contrapuesta. Expresión de un conservadorismo popular de Buenos Aires, Mauricio Macri se constituyó sobre los pilares del liberalismo. Pero no de un liberalismo ortodoxo al estilo de Álvaro Alsogaray, sino uno pragmático y flexible. Macri intenta quitarse el estereotipo liberal de derecha gorila buscando raíces más nacionales en el frondizismo que representa Rogelio Frigerio (nieto) y Humberto Schiavone, histórico dirigente del MID, Movimiento de Integración y Desarrollo.

Nuestro discurso de campaña fue tan polarizado sobre los buenos y los malos; los privatistas liberales versus los estatistas solidarios; los devaluadores imprevisibles ante la estabilidad y gobernabilidad; casi un: orden o caos. Tal fue la diferenciación que la dura medida devaluatoria no asombró a nadie. Nosotros lo anunciamos como una catástrofe y los grandes medios lo festejaron. No pasó nada, decían. Y perdimos el 40% del valor adquisitivo de nuestro salario.

Resulta sencillo responsabilizar por la derrota electoral a Cristina Fernández de Kirchner, a la Ley de Medios (que no cumplió su propósito de romper los monopolios) y a la Resolución 125 del campo (que según dijo la presidenta no servía porque sacamos mal las cuentas), a La Cámpora, a Aníbal Fernández, a Florencio Randazzo….

Pero no alcanza con tirar la pelota para arriba para entender el problema en su verdadera dimensión. Entiendo que la presidenta debió gobernar hasta el último minuto para mantener la nave a flote. No se debe otorgar mucha importancia a las disposiciones e imposiciones, nombramientos y decretos de los últimos días de su mandato. Todo ello es revisable por el nuevo presidente, cosa que está ocurriendo. La presidenta debía demostrar que seguía al mando hasta el último minuto. De la misma manera que el nuevo necesitó marcar que él es el presidente desde ese mismo momento. Y lo hace a su estilo, con medidas autoritarias como los decretos de los jueces a la Corte Suprema o intervenciones de dudosa legalidad a organismos que cuentan con acuerdo del Senado. No parece diferenciarse tanto del estilo de la presidenta que tanto criticaba.

El país necesita saber quién es el que lleva las riendas del carro. Las turbulencias de los días previos y posteriores no se debieron a las actitudes de Cristina primero, ni de Mauricio después, sino a los conocidos oportunistas del mercado.

La comedia de enredos de la transición presidencial tiene la misma lógica. Observando la situación tal como se sucedió podemos convenir que no pudo ser mejor. Un acto para el que se va, otro acto para el que viene. Ganaron los dos. Y la novedad: Macri prefiere a Cristina y no a Scioli como opositor. Y Cristina prefiere a Macri que a Scioli en el poder. Son íntimos enemigos. Las dos caras de la misma moneda, en la lucha por el poder.

 

¿Qué errores cometió Daniel Scioli como candidato del Frente para la Victoria?

Hace ocho años mantuve un diálogo sugestivo con él cuando dejaba su candidatura a Jefe de Gobierno de la Ciudad por la de gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Recuerdo la siguiente definición:

“Seguiré con Néstor y Cristina lealmente, siempre. Si las cosas van bien y yo resulto ser una alternativa, bien. Si las cosas van mal no tendrá futuro ningún dirigente del peronismo”.
Siempre recordé estas palabras porque mantuvo esta posición hasta el día de hoy. Muchos miraban a Scioli para ver cuando rompía lanzas. Pero la crisis con el campo, el áspero debate por la ley de medios, la inflación, el Indec y la crítica despiadada no movieron a Daniel de su rumbo.

¿Se puede criticar eso? Creo que no. Fue coherente, leal y militante como ninguno. Daniel intenta ser el heredero del movimiento nacional, con el kirchnerismo incluido. En esta instancia las mayorías populares le dijeron que no y él fue “tan Scioli como siempre”.

Quienes conformamos el Movimiento Cultural Patria Grande con alguna influencia en los estudiantes y en los barrios más humildes de la ciudad, nos encontramos en la situación de marcar diferencias con La Cámpora y sus funcionarios adscriptos.

Me detengo un instante en el ámbito cultural ya que allí viví mi experiencia. Con la gestión de Jorge Coscia en la Secretaría de Cultura de la Nación no solo pudimos desarrollar por primera vez en la argentina una política de estado en las villas de emergencia, sino que arrastramos al conjunto de los ministerios de la Nación a promover una acción coordinada interministerial en las villas de la ciudad de Buenos Aires. Desde la Secretaría de Cultura impulsamos la salud (ambulancia y servicios), el deporte (construcción de canchas), urbanización (cloacas) periodismo social (radios y tv). Sabíamos que no podíamos desarrollar el arte y la cultura en abstracto lejos de la realidad cotidiana.

Durante esa gestión impulsamos la conmemoración del Bicentenario de la Revolución del 25 de Mayo de 1810 en el centro de la Capital Federal. Cuando el gobierno nacional no tenía proyecto alguno, desde cultura organizamos durante una semana los festejos populares más importantes en la historia del país. Mientras que el PRO eligió como símbolo el Teatro Colón con invitados VIP, desde la Secretaría de Cultura se convocaron a varios millones de personas. Del éxito de este proyecto surge la idea de Tecnópolis. Y durante la gestión Jorge Coscia se construyó más metros cuadrados en proyectos culturales que en ningún otro período en nuestro país.

La creación del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Manuel Dorrego impulsado por Pacho O´Donnell que me tuvo como su presidente, no es más que la ratificación de que la historia oficial mitrista entró en una crisis profunda.

El revisionismo histórico había dado un paso adelante en la institucionalización de sus maestros: José María Rosa y Jorge Abelardo Ramos. El debate que desató el Dorrego muestra su vitalidad. Es el único Instituto Nacional donde se discuten proyectos. El Dorrego sigue despertando polémicas, por ideas. ¿No es bueno ello? La contraparte del Dorrego fue Carta Abierta que quedará en la memoria colectiva como el lugar desde donde se atacó y hasta burlaron al candidato del peronismo. Intelectuales “progresistas” de pacotilla.

Cristina Fernández de Kirchner a un año y medio de terminar su mandato, realiza un giro político. Remplaza a Jorge Coscia por Teresa Parodi, a Pacho O´Donnell por Ricardo Forster, a Carta Abierta por el Instituto Dorrego, a Patria Grande por La Cámpora. Y a la Villa 21 de Barracas, por Avenida Alvear de Recoleta.
Este cambio de la Presidenta, fue acompañado en todos los ministerios públicos por un avance desorbitado de la agrupación La Cámpora. Significó cerrar el círculo sobre sí misma. Fue su peor costado sectario y excluyente. En nuestro caso se tradujo en decenas de despidos de trabajadores de la entonces Secretaría de Cultura de la Nación residentes en las Villas. Quienes se desempeñaban como talleristas en los barrios carenciados fueron remplazados por militantes de La Cámpora.

Esta situación llevó a un reclamo con movilizaciones permanentes al Ministerio de Cultura de la Nación. La complicidad de Teresa Parodi, Franco Vitali, Emiliano Gareca, Verónica Fiorito será siempre recordada en las barriadas porteñas. Cuarenta millones de pesos asignados a Villa 31 de Retiro para su centro cultural se evaporaron entre los dedos de los funcionarios mencionados.
Algunos amigos que he consultado sobre el contenido del presente texto me señalaron que contar la experiencia personal impregnaba de subjetividad y le quitaba al trabajo mayor perspectiva. Es cierto pero no podría en un análisis de la situación política no nombrar a mis compañeros. Viene al caso lo siguiente:

En una oportunidad el dirigente de La Cámpora, Andrés Larroque me preguntó:

– ¿Y vos en que te equivocaste!?
– Seguramente en no haber insistido más en el diálogo, –dije- en lugar de llamar cien veces, debería haber llamado mil veces. Pero los compañeros despedidos de los barrios no me esperaron, se movilizaron por sus derechos.
-Ellos tienen que entender –me respondió Larroque- que el interés colectivo está por encima del interés personal.

Yo no podía trasmitirle a los despedidos de las villas 31 de Retiro, 21 de Barracas, 1.11.14 de Soldati y villa 20 de Lugano, semejante cosa. Ellos son para mí el interés colectivo! El sueldo de Larroque y de los funcionarios es el interés personal. No puedo escindir mi experiencia que si bien es subjetiva, no por ello menos real y simbólica.

En poco tiempo la presidenta Cristina Fernández de Kirchner pasó de ser jefa del conjunto del movimiento nacional, a ser la jefa de la agrupación La Cámpora.

Designó todos los directores, los secretarios de estado, subsecretarios y personal jerárquico en todo el organigrama nacional de esta agrupación. Los ministros jugaron el pobre papel de mascarones de proa. Es muy acertado Andrés Rodríguez, líder de la Unión Personal Civil de la Nación –UPCN– y la CGT, cuando señala que no hay “noquis” en la función pública.

Por nuestra parte coincidimos en que el problema no reside en los trabajadores, de cualquier orientación política que sea, sino en los altos funcionarios estalinistas que ejercieron el poder del látigo con interrogatorios policiales para determinar los despidos. El comisario político Franco Vitali es un ejemplo paradigmático de la crueldad y el acoso laboral realizado en el Ministerio de Cultura de la Nación en los tristes tiempos de Teresa Parodi. Decenas de marchas de trabajadores villeros reclamando su continuidad en el trabajo signó la última gestión cultural.

Cristina Kirchner, su jefe de gabinete, Aníbal Fernández, y la agrupación La Cámpora han preferido el triunfo de Mauricio Macri al de Daniel Scioli. También la agrupación Nuevo Encuentro de Martín Sabattella y muchos burócratas de ese entorno. Ya habíamos escuchado la teoría “hay que agudizar las contradicciones”: mejor que gane el “fascista” de Macri que no se sostiene un año, que el conservador de Scioli que dura ocho. O en susurros: “perder para ganar”.

Resultaría largo enumerar las permanentes y conocidas acciones de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner para desgastar a Daniel Scioli a lo largo de la gestión. Pero no podemos dejar de mencionar algunas: no girar los fondos para el pago de los docentes y sueldos provinciales, imponer en las listas electorales a los diputados provinciales, nacionales, intendentes y concejales de la agrupación La Cámpora y dejar de lado a los representantes genuinos del peronismo. Cristina impuso a Daniel Scioli, a su vicegobernador primero, y al candidato a la vicepresidencia después. No pueden estar exentos del análisis los malos tratos y agravios realizados en público a nuestro candidato. Daniel Scioli privilegió la unidad del peronismo y soportó estoicamente las agresiones constantes al punto de perder votos por esta actitud.

Aníbal Fernández, jefe de gabinete de la Presidenta de la Nación, todas las mañanas previas al balotage, desde la Casa Rosada, menoscababa burlonamente a Daniel Scioli. El ministro de Economía Axel Kicillof, cuando el candidato intentaba seducir a los votantes del Frente Renovador, se refiere a Sergio Massa como un “forro”. Ni que decir de su campaña a diputado nacional en la Capital Federal, donde Kicillof destacaba la figura de Cristina ignorando la de Daniel, demostrando la crisis interna.

El tiro de gracia fue la lamentable candidatura a gobernador de Aníbal Fernández, auspiciada por la Presidenta. Y desde el programa 6 7 y 8 que mantuvo censurado a Daniel Scioli durante toda su existencia, se dignó a invitarlo antes de las elecciones. Los periodistas “amigos” especialistas en defender a Cristina contra viento y marea no dejaron de pasarle facturas al candidato del FPV. Mostraron su “profesionalismo” con (contra) Daniel Scioli.

Todas estas cuestiones eran reflejadas por la prensa. Tanto la oficial como la opositora se referían a estas cuestiones contra Daniel Scioli como “fuego amigo”. Se podría decir que con “amigos” como estos para que queremos enemigos.

El caso del Juez Luis María Cabral, miembro del Consejo de la Magistratura de Justicia de la Nación, desplazado arbitrariamente de la Cámara de Casación Penal, se inscribe en la línea de desaciertos y sectarismos que no podemos soslayar. Puedo asegurar, al igual que mis compañeros de lucha política y social que no se encontrará en el Poder Judicial argentino un hombre de mayor entereza y compromiso con las causas nacionales y nobles que el juez Luis María Cabral. En su momento me he referido a su intachable trayectoria en defensa de los derechos humanos en tiempos de la dictadura. No como muchos “militantes” que son implacables con los genocidas militares ahora, que son viejitos, están desarmados y perdieron sus filosos dientes.

Néstor Kirchner y Cristina Fernández concitaron nuestro apoyo por su valentía y decisión para enfrentar al ALCA y al liberalismo económico propuesto por George Busch para la América Latina. Las políticas de proteccionismo industrial determinaron el crecimiento del empleo, los subsidios a los servicios públicos posibilitaron mayor distribución de la riqueza y la Asignación Universal por Hijo resultó un eficaz paliativo a los sectores más desprotegidos, así como la nacionalización de los fondos de los jubilados fue la plataforma de numerosos proyectos sociales. Y fue fundamental para nosotros el compromiso de integración Latinoamericana. La creación de la CELAC y las líneas que se trazaron nos hicieron comprometer aún más en el proyecto de una Patria Grande sin fronteras.

Pero por otro lado, la crisis habitacional no fue asumida como un problema y la lucha contra el narcotráfico subestimada. Solo la acción de la Iglesia con el liderazgo del Padre Pepe se levantó para denunciar y actuar en ese sentido.

Con el movimiento obrero como estructura central, con los más pobres, con los estudiantes, profesionales e industriales nacionales; con las banderas de la justicia social y la independencia económica podremos recuperar el gobierno para la definitiva unidad de la Patria Grande.

Nuestras diferencias fundamentales con el macrismo y el PRO son profundas ya que tenemos distintas miradas sobre el país criollo y mestizo, América latina y su inserción en el mundo. Esto no quiere decir que no apoyemos toda medida positiva como la anunciada urbanización de las villas o el aumento a las asignaciones. Como apoyaremos estas medidas, criticaremos las que se vienen realizando en materia económica que bajan el poder adquisitivo de los trabajadores.

Mauricio Macri y su “Cambiemos” ha ido cambiando. En plena campaña electoral cambió su discurso y nos sorprendió con su apoyo a la estatización de Aerolíneas Argentinas, YPF, Aysa (Aguas Argentinas) y la de ANSESS.

También cambió en cuanto a los subsidios: dijo que los mantendrá pero solo a los sectores más necesitados. En los debates se defendía diciendo que no era “privatista” y que en la ciudad de Buenos Aires no había privatizado nada. Y de la devaluación decía que él no quería devaluar sino que se trataba de transparentar una realidad económica objetiva. Pragmatismo sin rumbo y contradictorio con su filosofía. Veremos finalmente como se ordena.

Lo que determina nuestra oposición al gobierno del PRO y a Mauricio Macri no pasa por medidas coyunturales como puede ser una privatización o una estatización puntual; una baja o suba del dólar. Nuestra oposición a Mauricio Macri es por nuestra concepción antimperialista y nuestra militancia por la unidad de la Nación Latinoamericana.

Sin dudar apoyaremos toda medida de integración latinoamericana (hoy parece que estamos lejos de ello) y criticaremos toda acción que nos separe de nuestros pueblos hermanos. Para nosotros ésta es una cuestión estratégica en un mundo que se globaliza por un lado y se regionaliza por el otro.

Este texto pretende ser un aporte a la crítica y autocrítica del peronismo por ello vale señalar que no comparto la forzada ola de movilizaciones contra el gobierno nacional a pocos días de haber asumido. Creo que los militantes rentados de 6 7 y 8, Nuevo Encuentro y La Cámpora no pueden arrogarse el liderazgo de la oposición peronista cuando fueron responsables de su derrota.

Los militantes del peronismo y del movimiento nacional debemos observar con atención como avanzan nuestros compañeros gobernadores, intendentes, los dirigentes de los trabajadores organizados, los compañeros senadores y diputados nacionales y fundamentalmente nuestros vecinos de las barriadas obreras. Allí estaremos nosotros!
Hoy el peronismo se encuentra en estado deliberativo buscando quien será el caudillo que unifique la voluntad de las mayorías populares de nuestro país. Como decía José Hernández en la voz de Martín Fierro:

Tiene el gaucho que aguantar.
Hasta que lo trague el hoyo,
O hasta que venga algún criollo
En esta tierra a mandar.

Paradójicamente la esperanza del peronismo es el peligro que teme Alfonso Prat Gay cuando advertía:

“No sea que venga un provinciano santiagueño, sin currículum y termine gobernando el país.”

Víctor Ramos, es miembro del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Manuel Dorrego y coordinador del Movimiento Cultural Patria Grande.

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