Muchachos, hay que parar la pelota

Por: Enzo Casadei.«Las declaraciones de Carlos Tévez sobre la realidad de Formosa atragantaron a más de uno, enojaron a otros, enmudecieron a unos tantos y consolaron a algunos pocos».  Fuente: diario Opinión Ciudadana

tevez enzo casadei

“La pobreza que hay en Formosa es muy grande” disparó el astro del fútbol mundial. Idolatrado por millones por su talento, humildad y sencillez, el denominado “jugador del Pueblo” se transformó para quienes manejan los hilos de la Provincia y sus falderos en un hereje: un enemigo de los formoseños.

De pronto, aquellos que lo mostraron a Boca y a Tévez como un trofeo de la “gestión”, eliminaron las fotos que supieron conseguir y aprovechar.

Una opinión en primetime televisivo sacó a relucir nuevamente lo peor de nuestra poca nutrida cultura democrática. Esta vez, a favor o en contra, cientos de formoseños sacaron a relucir la intolerancia que está siempre a la vuelta de la esquina.

Nuestra sociedad demuestra una vez más la poca capacidad para comprender y respetar al que piensa y opina diferente. Para muestra sobra un botón y las declaraciones del diez xeneixe son el justo ejemplo. Desde los desesperados perros rabiosos que salieron paranoicos a buscar complicidades políticas – acudiendo al insulto liso y llano- hasta los que en silencio lo aprobaron y agacharon la cabeza por temor a represalias.

Lo que dijo Tévez puede ser más o menos verídico, guardar verdadera relación con la realidad de la pobreza formoseña o no. En fin, es una opinión más para algunos y un “ataque” para los que gustan poner de escudo al formoseñismo para deslindar responsabilidades y así, desconocer su ineptitud manifiesta en 20 años de gestión.

El problema no es lo que opina Tévez, nuestra enfermedad es lo que una opinión nos genera como sociedad. Es un caso visible de lo que la costumbre hace invisible cotidianamente: amigos que ya no se saludan por temor o conveniencia, familias que no comparten una mesa por pensar diferente, alcahuetes y vigilantes que marcan la suerte y el destino de los débiles, hijos del poder gozando de las mieles y del hotel 5 estrellas, una casta política creyéndose dueña de lo que es de todos.

Muchachos, como Tévez cerca del área o –si prefieren- como Riquelme en su esplendor, paremos la pelota, levantemos la cabeza y miremos a nuestro alrededor. Si estamos jugando mal como sociedad, tal vez es tiempo de cambiar de DT.

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