El hostil y agresivo recibimiento a los jugadores de River, es una vergüenza sin igual. Sumado a la actitud de la hinchada de Boca que agredió a los dirigidos por Gallardo cuando abandonaron la cancha. Y para «postre», el plantel auriazul aplaudiendo sus simpatizantes. Una seguidilla de hechos lamentables.
Así estamos. También es triste que los sucesos violentos lo tengamos tan naturalizados que no nos sorprenden. Es que circunstancias similares la vivimos todos los días cuando se congestiona el tránsito, varios políticos cuando ven un micrófono, cuando no nos atienden rápido en una oficina pública, etc, etc, etc.
Es muy triste en lugar de estar polemizando por el partido de fútbol, hablamos de la violencia. Si el encuentro se suspende, lo reanudan o le dan por ganador a River será una anécdota más. Lo peor quedó grabado en nuestras retinas.
Esperamos que los lectores apasionados de Boca o River acomoden sus ideas y tampoco se agredan con comentarios hirientes.
Qué nos sirva para reflexionar, no para potenciar la violencia.
