También fue muy comentado en voz baja el “ninguneo” que tuvo que soportar el Poder Judicial en el acto oficial de su principal brazo y auxiliar: nada más y nada menos que la mismísima Policía de la provincia.
Resulta que el ministro del Superior Tribunal de Justicia, Guillermo Horacio Alucín, llegó puntualmente a la ceremonia en representación de la Corte Provincial esperando ser recibido como tal, pero a decir verdad su presencia pasó prácticamente inadvertida a los ojos de los organizadores y encargados de ubicar a las autoridades en sus respectivos lugares.
El joven magistrado anduvo como “alma en pena” de un lado para otro, bancándose como un señorito inglés tener que ser relegado a las filas posteriores en el palco oficial o acomodado muy detrás de la comitiva que presidió el “caluroso” acto, que por su particulares pasajes, aún sigue dando que hablar entre los integrantes del gabinete gubernamental y los funcionarios de tercera y cuarta línea que cuchichean por los rincones apostando cuando tiempo le queda al jefe de la cartera política, que por estas horas está «desaparecido en acción» por consejo de su médico personal y demás asesores.
Volviendo al acto del lunes, fue lamentable ver al representante del Poder Judicial alineado en la segunda fila del palco al lado de ministros del Poder Ejecutivo y funcionarios de menor jerarquía, justamente en el acto aniversario de una institución que todos los días trabaja codo a codo con la Justicia y en la inauguración de un gabinete pericial que seguramente muy pronto será requerido en incontadas ocasiones por magistrados y funcionarios del fuero penal.
Pero eso no fue todo. Otra situación irritante fue la que se vivió cuando en ocasión de formular su discurso el ministro Jorge González, se olvidó de mencionar la presencia de “Memo” Alucín, a pesar de haber hecho una recorrida ocular entre todas las autoridades presentes para ir nombrándolas una a una y haber posado su mirada en el joven magistrado del STJ.
“Habrá sido por los efectos anestésicos de la reprimenda verbal que acababa de darle el 1 ? o por puro capricho del desgastado ministro ?, se preguntaron varios altos jefes policiales que estaban en el acto.
Lo más gracioso del caso fue que el mismísimo gobernador Insfrán se dio cuenta de los “calores” que estaba pasando el representante judicial y ni bien advirtió su presencia en el acto, comenzó a mover sus manos como aspavientos invitándole a que ocupe el lugar le correspondía en un acto oficial de tanta relevancia y tan emparentado con el quehacer judicial.
Al ver el gesto que hizo el mandamás, Antonio Ferreira, ni lerdo ni perezoso, replicó el llamado de su jefe pero con más énfasis y le entregó al magistrado judicial una de las cintas para que también sea parte de este momento culminante.
El destrato que sufrió el Poder Judicial de la provincia obliga a formular una serie de interrogantes, los que van desde que nivel de consideración hay en términos de formalidad respecto a una institución que es basamento del sistema de derecho y uno de los pilares fundamentales del Estado, pasando por la improvisación que exhiben determinados funcionarios a la hora de dirigir sus discursos y el desconocimiento supino de algunos “picaros” que bajo el argumento infantil de estar cumpliendo órdenes, en realidad no hacen más que degradar y envilecer uno de los poderes esenciales que tiene la Democracia.
