FUENTE: Diario Expres (ver). A pocas horas de triunfar en las urnas, el gobernador Insfrán repitió años atrás la frase del monje anglosajón Alcuino: “la voz del pueblo es la voz de Dios”. Lo hizo para sintetizar la expresión popular que otra vez se había manifestado y apoyado mayoritariamente, como hace casi 20 años, al hombre llegado de Laguna Blanca.
Hoy, si se convocara a un plebiscito para conocer la opinión del nuevo hombre formoseño respecto a un incremento salarial para estatales y privados, el porcentaje de adhesión superaría al caudal electoral que respalda al mandamás del quinto piso de la calle Belgrano al 800.
Pedir una recomposición salarial no es una actitud demagógica en estos tiempos. Surge de la realidad. Se impone por pura lógica. No comprende explicaciones reales ni escaramuzas del gobierno provincial a través de sus voceros desgastados.
En voz alta los opositores, en voz baja los oficialistas. A viva voz los estatales. Todos reclaman lo mismo. No hay Defensor del Pueblo, que pretendió confundir a la sociedad con un análisis rebuscado para desterrar la idea del aumento, que pueda influir en el parecer del formoseño.
Si algunos sindicatos privados acuerdan pago de un plus de fin de año –situación muy probable- los estatales quedarán marginados y las semanas de diciembre serán muy largas para muchas familias y los funcionarios tendrán que dormir con ojo atentos a cualquier descontrol.
SALARIOS O LADRILLOS
Las obras de infraestructura que inundan la patria chica crean la base para una provincia que quiere despegar; siempre con el control sigiloso del gobierno que pone su sello en cuanta acción se genere dentro de la República de Formosa.
Pero ese ámbito no le cubre las expectativas cotidianas al habitantes de estas tierras porque no está entre sus objetivos proyectar a futuro. El agente estatal tradicional formoseño vive el día a día, convive con el almanaque cada vez más lento, tiene que ingeniarse cada amanecer y buscar la mejor manera de “parar la olla”, lo agobia la cuota del celular de los hijos y la tarjeta de color.
Es imperativo incluir en el circuito financiero pesos que sacudan al comercio y ofrezcan respiro a los agentes estatales.
Gildo Insfrán lo sabe, por eso su gente sabe que comprenderá a la voz del pueblo. Por eso, seguramente, volverá a dejar en off side al ministro de Economía y sorprenderá gratamente con un plus salarial en una fecha cercana a fin de año.
Se acerca un año electoral con un enrarecido clima electoral, donde nuevas figuras y escenarios mediáticos poco frecuentes apuntan al corazón del poder gildista.
Este panorama, que Insfrán ya enfrentó y salió airoso una década atrás, es un terreno donde el detallista y hábil mandatario no dejará ningún espacio por cubrir ni flanco débil que pueda poner en dudas su poder hegemónico que ejerce en una provincia peronista.
Buen fin de semana… y todavía no gaste a cuenta!!