«Acerca de una escuelita sin paredes», escribe Orly Giménez

Por Rubén Orlando Giménez (ver facebook). «Molesta un periodista que se atreve a pedir que su camarógrafo apunte el objetivo hacia lo que desnuda la falsedad del relato. Molesta y es más insólito que los propios perjudicados por esa política de postergación sean los que salgan a agredir a los que exhiben esa realidad.

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Ruben Orlando Giménez, periodista formoseño.

Es cierto, Formosa no es sólo la escuelita perdida en algún paraje de la zona más pobre de la Argentina, es cierto que también es su costanera fastuosa que todavía pone más contraste a esa pobreza extrema en la que viven los ciudadanos más dignos de la provincia, hay que recordar que en ese distrito Francisco Nazar candidato a gobernador de la oposición hizo su mejor elección, eso demuestra que la pobreza no impide votar por un cambio.

Formosa también es la sede de los negociados más expúreos, el lugar donde todos los experimentos autoritarios de las democraduras latinoamericanas encontraron su posibilidad de ejecutarse.

En Formosa encontró su lugar en el mundo para hacer despegar su carrera política y enriquecimiento personal el actual Jefe de Gabinete Jorge Miltón Capitanich, todavía se jacta en su currículum de haber sido el delegado privatizador de Carlos Menem para el Nordeste, pese a que odia cuando se le recuerda que su paso por el Banco de Formosa fue desastroso para los intereses de los formoseños.

En Formosa se puede ver a escasas cinco cuadras de la Casa de Gobierno que reboza de prosperidad y autos de alta gama, la miseria en la que vive gente que habita el barrio Las Delicias o debajo de la avenida Napoleón Uriburu que todos los días respiran el agua podrida que baja por el desagüe que circula debajo de la Moreno y se vuelca sin ningún tipo de tratamiento en la laguna que bordea el barrio San José Obrero.

En Formosa la monarquía encontró una nueva definición de la mano de la reelección indefinida que mantiene, como en todo sistema feudal, una corte de adulones, bufones y verdugos de quien se atreva a disentir, señalar los defectos del régimen y que el rey está desnudo.

En Formosa la política es puro slogan. En 1987 cuando Gildo Insfrán era un modesto diputado de Laguna Blanca o simplemente “El paraguayo” como lo denominaba Vicente Joga con ese desprecio que tienen contra nuestros abuelos guaraníes aquellos que se creen mejores por tener aspecto europeo, el oficialismo nos decía “porque nunca estuvimos tan cerca del porvenir”, ahora estamos en el porvenir y como puede verse de la mano de la pobreza y las camionetas incendiadas de los dirigentes opositores no era bueno.

En Formosa, pese a que recibe de coparticipación casi el doble por habitante de lo que reciben los vecinos de Chaco o Corrientes, los índices de pobreza, mortalidad materna infantil están entre los más altos del país, pero también tiene un elevado índice de ventas de camionetas 4 x 4, construcciones faraónicas en los palacetes de los acomodados del régimen, mientras la inmensa mayoría sobrevive con sueldos estatales que ni siquiera llegan al salario mínimo vital y móvil que fijó de apuro el gobierno kirchnerista que se dice campeón en la defensa de los Derechos Humanos, pero permite a uno de sus gobernadores mandar escuadrones de disciplinamiento para que impidan el ejercicio del derecho a informar.

La lista puede continuar hasta el infinito si nos proponemos enumerar y es cierto en otras partes del país se pueden observar esos grados de pobreza, pero tendríamos que decir que mal de muchos consuelo de zonzos.

Formosa también es el espejo en el que le gustaría verse al kirchnerismo, porque la aspiración que declaró el hijo Máximo es el de una Cristina Eterna así como Gildo Insfrán se enternizó en el poder formoseño, y poder ejecutar su utopía de una Argentina feudal donde ellos, como ocurre en Formosa, sean los dueños de todo, hasta del pensamiento de la gente.

En Formosa la oposición no encuentra el camino para ser alternativa, porque sus dirigentes están más preocupados en defenestrar al rival interno y no importa si para eso tenga que capitular con los coroneles del régimen en sus distritos; para robarle el voto opositor al candidato del otro sublema y, de esa forma, garantizar el buen pasar de su reducido grupo de adherentes y familiares.

Hoy el slogan del oficialismo dice “2015, todavía queda mucho por hacer”, en 2014 los formoseños deberíamos preguntarnos para quien lo que viene es mejor. Para el pueblo o para los dirigentes del régimen que, como sabemos, nunca satisfacen su avaricia de más poder y riquezas. Por eso una escuelita sin paredes en el lejano oeste formoseño es uno de los tantos problemas que tenemos, el principal problema a resolver sigue siendo el de nuestra propia voluntad de cambio.

 

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