Formosa & México: cuando la droga le gana a la vida. Alerta: foto impactante

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ESTE ESCRITO ES DE ARCHIVO. HECHO PÚBLICO EL 28 DE JULIO DE 2013. VALE LA PENA VOLVER A LEERLO.

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El autor de este artículo, el formoseño Federico Princich, traza una comparación con «su tierra» con un triste estado mexicano y «lo que trae aparejado» convivir con la droga. VIDEO EXPLICATIVO DE CÓMO OPERAN LOS CARTELES MEXICANOS.

DICE FEDERICO….. 

En febrero de este dos mil trece anduve por allí. Michoacán de los Limones o los Limones de la Luna, cerca de Morelia, en el estado de Michoacán, en Mexico.

 

Una comarca de labradores de la tierra que me asombro por tres razones: los limones, la sensación de pisar tierra de nadie y su arco de entrada. No pude sustraerme de ninguna de las tres cosas.

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Las quintas y las plantas de empaque se suceden sin solución de continuidad, aunque la estén pasando muy mal. Allí están, tirando limones a las acequias o malvendiendo a precios de especulación por falta de mercados porque estos están controlados por las bandas armadas de los Templarios.

 

Es una historia larga que se puede sintetizar como el cártel Michoacano, aunque no sea exclusivamente un cartel del narcotráfico ya que sus principales fuentes de ingresos son la extorsión y el «cobro de piso».

Controlan el mercado de la piratería en todo Michoacán y Guanajuato, y extorsionan a gobiernos municipales cobrando un porcentaje sobre la obra pública, teniendo además el control de ferias municipales y ganaderas, el cobro de cuotas a comerciantes y locatarios, control y explotación de la prostitución, distribución de drogas y el juego.

Esos excesos provocó hace unos meses el levantamiento en armas de los ciudadanos comunes, quienes constituidos en policías comunitarios y ante la inacción del Estado, se armaron en piquetes de autodefensa a combatir a sangre por sangre con los Caballeros Templarios.

Esa es la otra sensación de la que uno no se puede sustraer. La percepción del vacío institucional y el clima rancio de la lucha sin cuartel entre los Templarios y la Policía Comunitaria tensa el aire y uno transita allí con más ganas de irse que de quedarse. El Ejército Nacional Mexicano en operaciones, me pareció Zorros Grises controlando el tránsito.

Lo último fue el arco de entrada. Simple, ordinario, corriente, común, tosco y extraordinariamente parecido al arco de mi querido Gran Guardia, mi pueblo.

Pero todo allí me recordaba un poco a mi pueblo. El cruce de caminos, las distancias… El mapeo del Google Earth no arroja significativas diferencias, más allá de los 9.000 y pico de kilómetros que separa al pago de las Yerras con la Capital de los Limones Michoacanos.

Por eso ayer cuando vi la imagen, sentí un nudo en la garganta y una patrulla de lagartijas recién salidas del hielo me recorrió la espalda.

El mismo arco que clavó esa imagen bifocal en el fondo de mi memoria, servía de patíbulo a la irracionalidad.

Pendían de él, dos hombres, dos mujeres, cuatro nadie a quienes les alcanzó la violencia narco, ese malparido demonio de los tiempos posmodernos en la que caen las sociedades distraídas.

 

Y de nuevo no pude sustraerme. Me quede pensando en mi arco granguardino, en mi geografía parecida, en mi sociedad distraída, y en nuestros propios narcos y otra tropa de renacuajos glaciarios se me posicionó en los lienzos sin muchos ánimos de dejar el lugar.

 

Que hicieron los limoneros michoacanos para estar hoy así?. Lo mismo que estamos haciendo nosotros ahora. Se distrajeron, no le dieron bola. Y mientras tanto, lenta y pausadamente fueron cayendo en el abismo. (ver la nota aquí)

 

O acaso el secuestro de 21 ladrillos de marihuana en el Circuito Cinco en poder de un retirado de una fuerza del orden no guarda similitud con los pavorosamente celebres Zetas?. Es pequeño, es lejano, pero ellos también comenzaron así.

 

Federico Princich

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